He
concluido la lectura de los dos libros de cuentos publicados por Junot Diaz "
Negocios y Así es como la pierdes" y debo confesar que ha sido una gran experiencia
para mí. Es una obra de estilo autobiográfico, pero no necesariamente en ellas
se aborda la historia personal y familiar como se acostumbra. Pero se puede asegurar
que se cuenta la historia de forma fragmentada de los emigrantes dominicanos y,
por qué no, de los emigrantes del tercer mundo hacia las grandes urbes
capitalistas del mundo. Es una fotografía de los que todos sabemos pasa con los
exiliados económicos, aquellos que se ven forzado a abandonar su país en
procura de mejores condiciones de vida. Podría decirse que es la historia que
se viene contando desde hace mucho tiempo, pero, cuidado con juicio ligero;
Junot consigue lo que poco han logrado, que el lector vea cada detalle o
experimente la misma sensación que el personaje vive. No permite en ningún
momento que se reduzca el interés por saber cómo termina todo.
Cualquier
persona apegada a normas religiosas o éticas o altamente conservadora, podría
tender a querer cortar y no seguir la
lectura, por considerar el uso de ciertos vocablos obsceno y entender que ese tipo
de literatura ejerce una influencia negativa. En mi caso, no me imagino haciendo
una lectura en público de un cuento con una gran cantidad de términos etiquetados
de obsceno. Me imagino que en ciertos círculos sea visto como normal, pero en
otros generará una conducta de rechazo, como es natural. Sin embargo, conviene
que se aclare que es un recurso más, no necesariamente el más relevante y
fundamental. Junot ha revitalizado la literatura al utilizar un modo de contar
la historia que obliga al lector a pegarse del texto hasta concluirlo. No deja
cabo suelto ni descuida detalles; tampoco le cuesta esfuerzo utilizar
determinado nivel lingüístico, un hecho que sería evidente al lector avezado.
Un
elemento fuera de serie lo constituye el conocimiento que tiene sobre los hábitos
y costumbres de los dominicanos; vale la pena aclarar que son parte de la
cultura universal que perviven y se reproducen a través de los años. Se registraron
en algún momento de la historia del hombre y se convirtieron en una práctica
cotidiana, que paso de una nación a otra. Cuestiones tan arraigadas en la
humanidad como el negociar las hijas por animales o cualquier otros bienes, son
referenciadas con tal convicción que parece venida de alguien que ha sido testigo de excepción. El lector quedará sorprendido con el número de
detalles que toma en cuenta de las costumbres dominicanas, a uno le parece que
quien escribe nunca ha salido del país.
No
sé cuánto del sello personal tengan las obras de cada autor, lo que es evidente
es que muchas están muy marcada por su carácter, a tal punto, que cuando se le
escucha hablar o se lee lo que ha escrito, no se percibe diferencia. Creo que
esto no ayuda al escritor ni a su obra, porque llega a conocérsele tanto que el
lector asume el curso de acción y el fin de la misma. Siempre esperamos
sorpresa y nos sentimos mejor con aquel que no nos deja ver el final hasta el
final. Si a todo esto el autor le agrega una prosa ágil, sin parlamentos
cansones o argumentación que parece elaborada para dar cuerpo de contenido,
estaremos de una muy buena literatura para el mundo de hoy, donde nadie quiere
dedicar mucho tiempo a lo que no le produce un gran sacudimiento emocional.
Como
lector puedo decir que vale la pena leer a Junot Diaz, sobretodo, si hemos
perdido el habito de la lectura o nos hemos desconectados de la buena
literatura. Cada cuento construye su propia historia, de ahí que podemos
encontrar un mismo personaje representando el mismo papel de forma diferente o
una situación formulada de un modo, que si fuera una novela, la abandonaríamos
de inmediato, por considerar desmemoriado al autor
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