1. INTRODUCCIÓN
Esta teoría constituye una de las
formulaciones epistemológicas más importante que ha producido la ciencia y el
método de investigación científico. Su elaboración es producto del estudio de
la historia de la ciencia, cuyo conocimiento fue la fuente para que el autor formularse
una explicación de cómo surgen las nuevas teorías, cómo se desarrollan y cómo
terminan imponiéndose a las ya existente, desplazando las que se tornan obsoletas
e inoperantes para resolver determinados problemas.
Los argumentos en que se sustenta esta
teoría, están cargados de ricos ejemplos y demostraciones, que emplea el autor
para poner en evidencia las razones que lo llevaron a tales conclusiones.
Aunque le dio categoría de ensayo a la manera en que presentó sus conclusiones,
es evidente que produjo una obra trascendente para la ciencia y, en particular,
para la investigación científica. Su difusión y conocimiento no ha cesado y hoy
se estudia tanto como cuando fue dada a conocer por primera vez. Para la
comunidad científica, la teoría de los paradigmas de Kuhn es un enfoque de
consulta obligatoria, cuando se trata de sentar cátedra sobre la investigación
científica. Sin el mismo se produciría un vació difícil de llenar, dado que
faltaría una propuesta única que no se satisface con ninguna otra
Como teoría, reformula el concepto de
paradigma, que ya era conocido, e introduce el de “inconmensurabilidad”. A la caracterización
de los paradigmas se suma la explicación de las ciencias normales y sus
diferentes fases; a esto agrega los
procesos que sigue un sistemas de teorías o paradigmas antes de entrar en
crisis o cuando producen determinadas anomalías. Del mismo modo caracteriza y
describe el momento cuando se está frente al surgimiento de una nueva opción,
con todos los atributos y condiciones para anular el paradigma anterior y
situarse en primer plano. En eso le
lleva ventaja a cualquier otra teoría conocida. Lo ya expuesto es la
justificación que tenemos para considerar esta teoría en este esfuerzo teórico.
1.2. INTRODUCCIÓN: UN
PAPEL PARA LAHISTORIA
Si se toman literalmente las palabras del
autor en su parte introductoria, el texto bajo análisis no es más que un largo
ensayo, en el que Thomas S. Kuhn aborda la historia de la ciencia para concluir
con la propuesta de su teoría sobre los paradigmas o como la denominó en su libro:
“la estructura de las revoluciones científicas”. En los primeros párrafos, en
donde nos habla del proceso seguido en su formación doctoral y sus actividades
docentes en las áreas de las ciencias sociales, nos dice cómo adquirió el
conjunto de ideas y conceptos que lo llevaron finalmente a darle forma a su
teoría sobre los paradigmas. Sin embargo, es evidente que su ritmo expositivo y
la forma en que maneja las ideas en cada párrafo, guarda una estrecha relación
con el estilo de redacción de un ensayo. Esto no le resta mérito ni disminuye
su importancia histórica, dado que su enfoque marcó el inicio de una era en el
momento en que se dio a conocer y mostró una nueva perspectiva en la que no se
había pensado.
Anuncia en esa parte, que tiene el
propósito de demostrar que los historiadores de la ciencia, en su afán por
promover y persuadir a las nuevas generaciones, han errado en las orientaciones
sobre algunos “aspectos fundamentales”. Da clara señales de cuáles son sus
preocupaciones en torno a los referidos; destacando entre otros, la reducción
de la noción de ciencia a elementos como la observación, las leyes y teorías a
que hacen referencias esos textos históricos de la ciencia. Otro aspecto
importante, tiene que ver con la percepción que crean estos historiadores de la
ciencia, en el sentido de interpretar como método científico “las técnicas de
manipulación utilizadas en la reunión de datos para el texto, junto con las
operaciones lógicas empleadas para relacionar esos datos con las
generalizaciones teóricas del libro de texto en cuestión” (Kuhn Op. Cit.,
P.21).
Si la ciencia es la
constelación de hechos, teorías y métodos reunidos en los libros de texto
actuales, entonces los científicos son hombres que, obteniendo o no buenos
resultados, se han esforzado en contribuir con alguno que otro elemento a esa
constelación particular. El desarrollo científico se convierte en el proceso
gradual mediante el que esos conceptos han sido añadidos, solos y en
combinación, al caudal creciente de la técnica y de los conocimientos
científicos, y la historia de la ciencia se convierte en una disciplina que
relata y registra esos incrementos sucesivos y los obstáculos que han inhibido
su acumulación (ibíd.).
Ve como un serio
problema o como una gran limitante, el hecho de que el historiador se ocupe de
la crónica de los hechos acontecidos, de sus protagonistas y, al mismo tiempo,
asuma la responsabilidad de describir la naturaleza de tales acontecimientos,
su trascendencia e importancia para el desarrollo científico. Siente que el
historiador se queda cada vez más sin posibilidad de abarcar todo lo que
quisiera y que no puede “describir y explicar el conjunto de errores, mitos y supersticiones que
impidieron una acumulación más rápida de los componentes del caudal científico
moderno” (ibíd.).
En su época, sintió el despertar y una
mayor comprensión de la necesidad de cambio de orientación al trabajo que se
hacía en el campo de la historia de la ciencia. No era posible seguir interesándose por saber quien
descubrió tal o cual cosa, en qué fecha, y cosas por el estilo. Es decir, seguir
un proceso de desarrollo por acumulación, haciendo un esfuerzo cada vez mayor
por cubrir también la diversidad de eventos importantes y, al mismo tiempo,
tratando de dar a conocer procesos internos de tales eventos. Pensaban que:
“quizá la ciencia no se desarrolla por medio de la acumulación de descubrimientos
e inventos individuales” (Kuhn Op. Cit., P.22).
La duda no tardó en ensombrecer la crónica
del pasado, dado que se carecía de
capacidad para “distinguir el componente científico de las observaciones
pasadas, y las creencias de lo que sus predecesores se apresuraron a tachar de
error o superstición” (ibíd.). De modo que, Kuhn no albergaba duda en que estos
terminarían concluyendo que: “esas antiguas visiones corrientes de la
naturaleza, en conjunto, no son ni menos científicos, ni más el producto de la
idiosincrasia humana, que las actuales” (ibíd.). Agregaba al respecto que: “si esas creencias
anticuadas deben denominarse mitos, entonces éstos se pueden producir por medio
de los mismos tipos de métodos y ser respaldados por los mismos tipos de
razones que conducen, en la actualidad, al conocimiento científico” (ibíd.).
Esta reflexión lo lleva a sostener que de
considerarse como ciencia, “entonces esta habrá incluido conjunto de creencias
absolutamente incompatibles con las que tenemos en la actualidad” (ibíd.). En aquel momento simpatizó con que el
historiador escogiera la noción de ciencia, porque entendía que el hecho de una
teoría ser anticuada y por ello descartada, no anula su cientificidad y sí
ponía en duda en aquel momento, el desarrollo científico por la vía del proceso
de acumulación. De hecho, vio en toda esta confusión y dificultades, el
surgimiento de una “revolución historiográfica en el estudio de la ciencia”. Así lo revelaban las preguntas que se
formulaban y las nuevas líneas trazadas para tal ciencia.
¿Qué aspecto de la ciencia será el más
destacado durante ese esfuerzo? El primero, al menos en orden de presentación,
es el de la insuficiencia de las directrices metodológicas, para dictar, por sí
mismas, una conclusión substantiva única a muchos tipos de preguntas
científicas. Si se le dan instrucciones para que examine fenómenos eléctricos o
químicos, el hombre que no tiene conocimientos en esos campos, pero que sabe
qué es ser científico, puede llegar, de manera legítima, a cualquiera de una
serie de conclusiones incompatibles (Kuhn Op. Cit., P.24).
No hay duda de que la experiencia o
vínculo con una u otra disciplina determinó las conclusiones particulares a las
que llegó. Asume que para el individuo o para la comunidad científica misma,
las respuestas a las preguntas formuladas se convirtieron en determinantes
esenciales para el desarrollo científico. Las preguntas encontraron respuestas
en las diferentes concepciones que surgieron; libraron batallas por imponerse y
ganar la aceptación de la comunidad científica. En principio no fue fácil para
ninguna ciencia y sus teorías; esa etapa se caracterizo “por una competencia
continua entre una serie de concepciones distinta de la naturaleza, cada una de
las cuales se derivaba parcialmente de la observación y del método científico
y, hasta cierto punto, todas eran compatibles con ellos” (Kuhn Op. Cit., P.25).
Lo que diferenciaba a esas
escuelas no era uno u otro error de método —todos eran "científicos"—
sino lo que llegaremos a denominar sus modos inconmensurables de ver el mundo y
de practicar en él las ciencias. La observación y la experiencia pueden y deben
limitar drásticamente la gama de las creencias científicas admisibles o, de lo
contrario, no habría ciencia. Pero, por sí solas, no pueden determinar un
cuerpo particular de tales creencias. Un elemento aparentemente arbitrario,
compuesto de incidentes personales e históricos, es siempre uno de los
ingredientes de formación de las creencias sostenidas por una comunidad
científica dada en un momento determinado (ibíd.).
Esta gama de creencias o elementos
particulares no posibilitaba la práctica científica de un grupo determinado, a
no ser que el mismo asumiera el conjunto dado de creencias recibidas. Tampoco
es “menos importante la constelación particular que profese el grupo, en un
momento dado. La investigación efectiva apenas comienza antes de que una
comunidad científica crea haber encontrado respuestas firmes a preguntas”
determinadas, las cuales eran fundamentales en la “iniciación educativa que
prepara y da licencia a los estudiantes para la práctica profesional” (Kuhn Op.
Cit., P.26) en las ciencias de que se trate.
Lo descrito se puede considerar el origen
de las ciencias normales. La parte heredada representa lo que de algún modo denomina “elemento
arbitrario” que da estabilidad a esas ciencias y en la que la mayoría de los
científicos consumen su tiempo. “Gran parte del éxito de la empresa se debe a
que la comunidad se encuentra dispuesta a defender esa suposición, si es
necesario a un costo elevado” (ibíd.).
La ciencia normal suprime frecuentemente
innovaciones fundamentales, debido a que resultan necesariamente subversivas
para sus compromisos básicos. Sin embargo, en tanto esos compromisos conservan
un elemento de arbitrariedad, la naturaleza misma de la investigación normal
asegura que la innovación no será suprimida durante
mucho tiempo. A veces, un problema normal, que debería resolverse por medio de
reglas y procedimientos conocidos, opone resistencia a los esfuerzos reiterados
de los miembros más capaces del grupo dentro de cuya competencia entra (Kuhn Op.
Cit., PP.26y27).
Kuhn ilustra esta situación indicando que,
en ocasiones, “una pieza de equipo, diseñada y construida para fines de
investigación normal, no da los resultados esperados, revelando una anomalía
que, a pesar de los esfuerzos repetidos, no responde a las esperanzas
profesionales”. En otras ocasiones, pueden darse acontecimientos distintos en áreas diversas, donde los
resultados han sido adversos, o producirse acontecimientos al margen de la
disciplina científica que incidan para que la comunidad científica se vea
obligada a solucionar tales anomalías. Esos factores foráneos, pueden ser
determinantes para que la comunidad decida enfrentar los extravíos que generan
las anomalías.
Esos extravíos se hacen tan evidentes, que
los profesionales se ven obligados a subvertir la practica científica y
solucionar las anomalías. “Se inician las investigaciones extraordinarias que
conducen por fin a la profesión a un nuevo conjunto de compromisos, una base
nueva para la práctica de la ciencia” (Kuhn Op. Cit., P.27). A esto que
identifica como “episodios extraordinarios”, donde ubica los cambios de
“compromisos profesionales”, a estos ensayos para solucionar las anomalías, es
a lo que denomina revoluciones científicas.
1.3. EL CAMINO HACIA LA CIENCIA NORMAL
El libro de texto, independientemente del
nivel para el cual haya sido concebido, ha sido el depositario del conocimiento
que propicia la práctica profesional y de los
modelos a seguir en la realización de determinadas actividades
productivas o de producción de conocimiento. En ellos se ha recogido
tradicionalmente las investigaciones realizadas en las diferentes disciplinas,
aunque no se describan de manera pormenorizadas. De ahí que, lo que se ha
conocido como ciencia normal, que: “significa investigación basada firmemente
en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna
comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento
para su práctica posterior” (Kuhn Op. Cit., P.33), ha recibido un gran impulso
por la difusión a través de las publicaciones de los textos que la contienen.
Esos libros de texto exponen
el cuerpo de la teoría aceptada, ilustran muchas o todas sus aplicaciones apropiadas
y comparan éstas con experimentos y observaciones de condición ejemplar. Antes
de que esos libros se popularizaran, a comienzos del siglo XIX (e incluso en
tiempos más recientes, en las ciencias que han madurado últimamente), muchos de
los libros clásicos famosos de ciencia desempeñaban una función similar (ibíd.).
Al analizar el concepto de ciencia
normal notamos que sobresalen dos aspectos básicos: una o más realizaciones
científicas pasadas y el hecho de que alguna comunidad científica particular la
reconoce. Esto es suficiente para darle fundamento al objeto de estudio en este
ensayo, los paradigmas. Los cuales Kuhn
presenta con las siguientes palabras:
Voy a llamar, de ahora en
adelante, a las realizaciones que comparten esas dos características,
'paradigmas', término que se relaciona estrechamente con 'ciencia normal'. Al
elegirlo, deseo sugerir que algunos ejemplos aceptados de la práctica
científica real —ejemplos que incluyen, al mismo tiempo, ley, teoría,
aplicación e instrumentación— proporcionan modelos de los que surgen
tradiciones particularmente coherentes de investigación científica (Kuhn Op.
Cit., P.34).
La formación de los estudiantes para
formar parte de una comunidad científica, incluye mucho de los más conocidos
hitos de la historia de la ciencia. Así, se puede hablar de acontecimiento
único o determinante para cada ciencia, como son los casos de la astronomía de
Tolomeo; la de Copérnico; la dinámica aristotélica o de Newton; la óptica
corpuscular; la revolución industrial, y mucho más. Conocerán los paradigmas
fundamentales que los prepararán para trabajar más adelante en la comunidad
científica a la que pertenezcan y al igual que otros, “aprenden las bases de su
campo científico a partir de los mismos modelos concretos, su práctica
subsiguiente raramente despertará desacuerdos sobre los fundamentos claramente
expresados.
Los hombres cuya
investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas
reglas y normas para la práctica científica. Este compromiso y el
consentimiento aparente que provoca son requisitos previos para la ciencia
normal, es decir, para la génesis y la continuación de una tradición particular
de la investigación científica (ibíd.).
Establece distinción entre las ciencias
normales y los paradigmas en acción; las primeras las caracterizaba como
aquellas disciplinas maduras sujeta a ciertas reglas y criterios normativos
observados por los miembros de la comunidad. En el segundo grupo están aquellos
conocimientos desarrollados por las comunidades o escuelas que compiten
libremente, la mayoría de las cuales aceptan una u otra variante del saber sin
que estén marcadas por sujeción a reglas o normas rígidas especifica que la
asemejen a las ciencias normales. Quizás la característica más diferenciadora
de las ciencias normales es la presencia de un paradigma que muestra signo de
madurez y anomalía en su desarrollo, mientras que los segundos carecen de
paradigma o, por lo menos, no con el comportamiento inequívoco que muestran las
primeras.
Esto último lo demuestra citando una gran
cantidad de hechos que se sucedieron en la física en período pasado, anteriores
a la obra de Newton. Sin embargo, marca las revoluciones con la transformación
de las ciencias normales y el cambio de paradigmas. Así, dice utilizando a la
física como ejemplo que: la “transformaciones de los paradigmas de la óptica
física son revoluciones científicas y la transición sucesiva de un paradigma a
otro por medio de una revolución es el patrón usual de desarrollo de una
ciencia madura” (Kuhn Op. Cit., P.36). Resalta que no hubo un solo período
desde la antigüedad hasta finales del siglo XVIII, “en que existiera una
opinión única generalmente aceptada sobre la naturaleza de la luz. En lugar de
ello, había numerosas escuelas y subescuelas competidoras, la mayoría de las
cuales aceptaban una u otra variante de la teoría epicúrea, aristotélica o
platónica” (ibíd.).
Uno de los grupos consideraba que la luz
estaba compuesta de partículas que emanan de cuerpos materiales; para otro, era
una modificación del medio existente entre el objeto
y el ojo; todavía otro explicaba la luz en términos de una interacción entre el
medio y una emanación del ojo; además, había otras combinaciones y
modificaciones. Cada una de las escuelas correspondientes tomaba fuerza de su
relación con alguna metafísica particular y todas realzaban, como observaciones
paradigmáticas, el conjunto particular de fenómenos ópticos que mejor podía
explicar su propia teoría (ibíd.).
Reconoce la contribución al cuerpo de
conceptos, fenómenos y técnicas del que se sirvieron sus sucesores para
desarrollar sus paradigmas y también reconoce el carácter científico de su
labor. Afirma que su negación implicaría negar también a sus sucesores.
Cualquier definición del científico
que excluya al menos a los miembros más creadores de esas diversas escuelas,
excluirá asimismo a sus sucesores modernos. Esos hombres eran científicos. Sin
embargo, cualquiera que examine una investigación de la óptica física anterior
a Newton, puede llegar fácilmente a la conclusión de que, aunque los
profesionales de ese campo eran científicos, el resultado neto de su actividad
era algo que no llegaba a ser ciencia. Al tener la posibilidad de no dar por
sentado ningún caudal común de creencias, cada escritor de óptica física se
sentía obligado a construir su propio campo completamente, desde los cimientos (Kuhn
Op. Cit., P.37).
Las escuelas de pensamiento reinaron por
muchos siglos y un mismo fenómeno tuvo explicaciones diferentes y tratamientos
diferentes, dependiendo de la escuela que lo tratara, pero no se puede afirmar
que una se impuso sobre otra. Este es un fenómeno paradigmático, de producción
reciente. Todas esas corrientes de pensamiento desarrollaron escuelas con
importantes seguidores sin importar a que campo del saber se haga referencia, y
cada una desarrolló su propia cultura científica, en la que se articulaban
creencias, metodologías, teorías y conceptos cuyo entrelazamiento conformaba la
estructura de pensamiento que hacia operativo ese cuerpo concepcional.
Ésta es la situación que crean las
escuelas características de las primeras etapas del desarrollo de una ciencia.
No puede interpretarse ninguna historia natural sin, al menos, cierto caudal
implícito de creencias metodológicas y teóricas entrelazadas, que permite la
selección, la evaluación y la crítica. Si este caudal de creencias no se
encuentra ya implícito en la colección de hechos —en cuyo caso tendremos a mano
algo más que "hechos simples"— deberá ser proporcionado del exterior,
quizá por una metafísica corriente, por otra ciencia o por incidentes
personales o históricos (Kuhn Op. Cit., PP.42y43).
Las ciencias normales son un fenómeno
reciente en el tiempo, y los paradigmas que se producen en ellas, son el fruto
de la confrontación de dos teorías en donde una se impone sobre la otra, porque
resulta más convincente y es aceptada por la comunidad, en sustitución de la
anterior. “para ser aceptada como paradigma, una teoría debe parecer mejor que
sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos
los hechos que se puedan confrontar con ella” (Kuhn Op. Cit., P.44).
1.4. NATURALEZA DE LA CIENCIA NORMAL
Se ha dicho que los paradigmas constituyen
parte esencial de las ciencias normales, pero, ¿se tiene un concepto definitivo
sobre los mismos? A los paradigmas se le ha definido como modelo o patrón
aceptado. Kuhn señala que: “este aspecto de su significado me ha permitido
apropiarme la palabra paradigma, a falta de otro término mejor; pronto veremos
claramente que el sentido de modelo y patrón, que permiten la apropiación, no
es enteramente el usual para definir paradigma” (Kuhn Op. Cit., P. 50). No cabe
duda de que los paradigmas adquieren su preeminencia sobre otros, debido a que conquistan mayor número de
adeptos que sus competidores, en la carrera por colocarse en la preferencia de
la comunidad científica adopta.
Los paradigmas obtienen su status como tales, debido a que tienen más
éxito que sus competidores para resolver unos cuantos problemas que el grupo de
profesionales ha llegado a reconocer como agudos. Sin embargo, el tener más
éxito no quiere decir que tenga un éxito completo en la resolución de un
problema determinado o que dé resultados suficientemente satisfactorios con un
número considerable de problemas (Kuhn Op. Cit., PP.51y52).
El paradigma en sí mismo no es una
garantía de solución a los problemas que se supone le dieron origen, si se
quiere “es al principio, en gran parte, una promesa de éxito discernible en
ejemplos seleccionados y todavía incompletos”. Pero el trabajo mayor queda por
delante, con los ajustes, adiciones y modificaciones que serán necesarias para
su mejor funcionamiento. Es un trabajo de depuración que ocupará la mayor parte
del tiempo de los científicos ligados al paradigma.
La ciencia normal consiste
en la realización de esa promesa, una realización lograda mediante la
ampliación del conocimiento de aquellos hechos que el paradigma muestra como
particularmente reveladores, aumentando la extensión del acoplamiento entre
esos hechos y las predicciones del paradigma y por medio de la articulación
ulterior del paradigma mismo (Kuhn Op. Cit., P.52).
Destaca el cambio de comportamiento de los
científicos ligados a la comunidad, cuando el paradigma comienza a desgastarse
y no funciona adecuadamente en la solución de los problemas que está supuesto a
resolver. Lo que se produce es una especie de reducción de las restricciones o
flexibilidad suficiente, para que cada miembro trabaje en la búsqueda de
alternativas más adecuadas a los requerimientos de esa ciencia. A lo interno de
la comunidad, esto se produce de forma espontánea, no es un mandato o acuerdo;
podría interpretarse como un mecanismo estratégico de supervivencia o una forma
dialéctica de impulsar el desarrollo de la disciplina en cuestión, porque lo
que le da sujeción a ciertas normas o acuerdo tácito, es el funcionamiento del
paradigma y si este deja de funcionar, entonces es necesario liberal las
potencialidades, impulsar un poco la
libre iniciativa de cada miembro, como forma de encontrar las adiciones o
modificaciones y articularlas al sistema, en última instancia, sustituir el
viejo paradigma ya desgastado por otro que le de nuevos impulsos o que dé
respuestas a nuevas preguntas.
La ciencia normal posee un mecanismo interno
que siempre que el paradigma del que proceden deja de funcionar de manera
efectiva, asegura el relajamiento de las restricciones que atan a la
investigación. En ese punto, los científicos comienzan a comportarse de manera
diferente, al mismo tiempo que cambia la naturaleza de sus problemas de
investigación. Sin embargo, mientras tanto, durante el periodo en que el
paradigma se aplica con éxito, la profesión resolverá problemas que es raro que
sus miembros hubieran podido imaginarse y que nunca hubieran emprendido sin él (Kuhn Op.
Cit., P.53).
Cuando se habla de modificación o adición al
paradigma, es porque, normalmente, un paradigma nace con una fisonomía
relativamente sencilla y posteriormente se le van incluyendo aspectos
característicos y determinante para una u otra disciplina. El trabajo de los
profesionales, guiado por el paradigma, alcanza notable progreso el cual se
refleja en el reforzamiento posterior del mismo paradigma, dándole estabilidad
y mayor consistencia. Esas modificaciones o enriquecimientos se realizan a
través de investigaciones normales, es decir, basada en el paradigma. Las
mismas se pueden realizar en dos vertientes diferentes: a nivel teórica o en
forma práctica o empírica.
Creo que hay sólo tres focos normales
para la investigación científica fáctica y no son siempre ni permanentemente,
distintos. Primeramente, encontramos la clase de hechos que el paradigma ha
mostrado que son particularmente reveladores de la naturaleza de las cosas…Una segunda clase habitual, aunque menor, de
determinaciones fácticas se dirige hacia los hechos que, aunque no tengan a
menudo mucho interés intrínseco, pueden compararse directamente con
predicciones de la teoría del paradigma…Una tercera clase de experimentos y
observaciones agota, creo yo, las tareas de reunión de hechos de la ciencia
normal. Consiste en el trabajo empírico emprendido para articular la teoría del
paradigma, resolviendo algunas de sus ambigüedades residuales y permitiendo
resolver problemas hacia los que anteriormente sólo se había llamado la
atención (Kuhn Op. Cit., P.54).
Se advierte las
dificultades que presentan los problemas teóricos de las ciencias normales para
la aplicación de paralelismo o niveles comparativos con la naturaleza. Estos no
ofrecen muchos campos en los que una teoría predominantemente matemática, pueda
acercarse o establecer esas comparaciones con la naturaleza. Incluso, en los campos que es posibles, lo
restringe la ausencia de aproximaciones teóricas e instrumentales y estos
“limitan severamente el acuerdo que pudiera esperarse”. “El mejoramiento de ese
acuerdo o el descubrimiento de nuevos campos en los que el acuerdo pueda
demostrarse, representan un desafío constante para la habilidad y la
imaginación de los experimentadores y los observadores” ((Kuhn Op. Cit., P.56). El paradigma establece con claridad el tipo de problema por
resolver y de ello se desprenden, los acuerdos o convenciones para el manejo de
problemas determinados, así como las características exigidas a los recursos
técnicos necesarios para llevar a cabo tareas determinadas.
En
lo relativo al nivel teórico de la ciencia normal, lo aproxima al nivel
empírico y observa que solo una parte muy pequeña, “consiste simplemente en el
uso de la teoría existente para predecir información fáctica de valor
intrínseco” (Kuhn Op. Cit., P.61). Percibe que este nivel es subvalorado por
los científicos por considerarlo de poca importancia y por que rara vez
aparecen en publicaciones de importante o de gran prestigio científico. Es un
trabajo de aplicación, es la forma de confrontar determinadas manipulaciones
teóricas con el experimento. Tiene como propósito, mostrar una nueva aplicación
del paradigma. " La necesidad de este tipo de trabajo nace de las enormes
dificultades que frecuentemente se encuentran para desarrollar puntos de
contacto entre una teoría y la naturaleza" (ibíd.).
Conviene señalar que puede parecer
inexistente la diferencia que separa el nivel teórico y la parte experimental,
de lo que se trata es de crear condiciones que faciliten el acoplamiento de los
hechos con las teorías. Son limitaciones que una vez resueltas, abren nuevas
posibilidades de expansión y perspectiva en otras vertientes que no estaban
contempladas o que se evidencian a partir del rompimiento de la barrera que
existía.
Estas tres clases
de problemas —la determinación del hecho significativo, el acoplamiento de los
hechos con la teoría y la articulación de la teoría— agotan, creo yo, la
literatura de la ciencia normal, tanto empírica como teórica. Por supuesto, no
agotan completamente toda la literatura de la ciencia. Hay también problemas
extraordinarios y su resolución puede ser la que hace que la empresa científica
como un todo resulte tan particularmente valiosa. Pero los problemas
extraordinarios no pueden tenerse a petición; surgen sólo en ocasiones
especiales, ocasionados por el progreso de la investigación normal (Kuhn Op.
Cit., P.66).
1.5. LA CIENCIA NORMAL COMO
RESOLUCIÓN DE ENIGMAS
Observa que la ciencia normal no alberga
gran expectativa sobre los resultados de los problemas de investigación que se
plantea. No se espera grandes sorpresas o novedades importantes, “a veces, como
en la medición de una longitud de onda, se conoce de antemano todo excepto los
detalles más esotéricos y la latitud típica de expectativa es solamente un poco
más amplia”.
Pese a la ausencia de novedades y al
riesgo de fracaso como hombre de ciencia, el científico persiste porque los
resultados obtenidos, a través de las investigaciones, “contribuyen a aumentar
el alcance y la precisión con la que puede aplicarse un paradigma”. Esta
aseveración no parece una explicación que justifique tal entusiasmo por parte
del científico ante los problemas de investigación. La consagración a esta
noble actividad está, no en los resultados a obtener, que pueden ser resultado
previsibles o esperados, sino en la posibilidad de lograrlo aplicando nuevos
procedimientos nuca antes utilizados.
El llegar a la
conclusión de un problema de investigación normal es lograr lo esperado de una
manera nueva y eso requiere la resolución de toda clase de complejos enigmas
instrumentales, conceptuales y matemáticos. El hombre que lo logra prueba que
es un experto en la resolución de enigmas y el desafío que representan estos
últimos es una parte importante del acicate que hace trabajar al científico (Kuhn Op.
Cit., P.70).
El concepto de enigma se torna un elemento
clave en la conformación del quehacer del hombre de ciencia. Procura darle un
contenido diferenciador del que haya recibido en cualquier otra actividad del
saber humano o en prácticas específica no relacionadas con la generación de
conocimiento científico.
Los términos
"enigma" y "solucionador de enigmas" realzan varios de los
temas que han ido sobresaliendo cada vez más en las páginas precedentes. Los
enigmas son, en el sentido absolutamente ordinario que empleamos aquí, aquella
categoría especial de problemas que puede servir para poner a prueba el ingenio
o la habilidad para resolverlos (ibíd.).
La conceptualización que se le ha dado al
término, no guarda relación con la solución a problemas apremiante, una razón a
considerar es, que el mismo podría no tener solución. “Sin embargo, hemos visto
ya que una de las cosas que adquiere una comunidad científica con un paradigma,
es un criterio para seleccionar problemas que, mientras se dé por sentado el
paradigma, puede suponerse que tienen soluciones” (Kuhn Op. Cit., P.71).
Un paradigma puede incluso aislar a la comunidad
de problemas importantes desde el punto de vista social, pero que no pueden
reducirse a la forma de enigma, debido a que no pueden enunciarse de acuerdo
con las herramientas conceptuales e instrumentales que proporciona el paradigma
(ibíd.).
El paradigma de la ciencia normal
alcanza su desarrollo de forma vertiginosa porque la gran mayoría de los que se
les unen encausan sus energías en problemas que pueden resolver. “Una de las razones por las cuales la ciencia normal parece
progresar tan rápidamente es que quienes las practican se concentran en
problemas que sólo su propia falta de ingenio podría impedirles resolver” (ibíd.).
Un
hombre puede ser atraído hacia la ciencia por toda clase de razones. Entre
ellas se encuentra el deseo de ser útil, la emoción de explorar un territorio
nuevo, la esperanza de encontrar orden y el impulso de poner a prueba los
conocimientos establecidos. Esos motivos y otros muchos ayudan también a
determinar a qué problemas particulares dedicará más tarde su tiempo el científico
(Kuhn Op. Cit., P.72).
En ese contexto, entra la empresa
científica; cuando su preocupación se encamina por explorar nuevos territorios,
abrir nuevos caminos o cuando “despliega orden y pone a prueba creencias
aceptadas desde hace mucho tiempo”. En cada caso, los motivos son diferentes.
El científico que no se línea en el paradigma para solucionar problemas de
investigación normal, muestra un
estímulo bastante diferente.
Lo que lo incita a
continuar entonces es la convicción de que, a condición de que tenga la
habilidad suficiente para ello, logrará resolver un enigma que nadie ha logrado
resolver hasta entonces o, por lo menos, no tan bien. Muchas de las
mentalidades científicas más brillantes han dedicado toda su atención
profesional a enigmas exigentes de ese tipo (ibíd.).
Kuhn sostiene que: “para que pueda
clasificarse como enigma, un problema debe caracterizarse por tener más de una
solución asegurada” sigue diciendo que “debe haber reglas que limiten tanto la
naturaleza de las soluciones aceptables como los pasos que es preciso dar para
obtenerlas” (Kuhn Op. Cit., P.73). Esas reglas la provee el propio paradigma y
se desarrollan para crear un marco regulador de las condiciones que encuadren o
ajusten las posibles soluciones a los problemas planteados en las teorías,
leyes y enunciados o generalizaciones que le dan sustento al paradigma. “El
estudio de las tradiciones científicas normales hace descubrir muchas otras
reglas complementarias, que proporcionan mucha información sobre los compromisos
que deducen los científicos de sus paradigmas” (Kuhn Op. Cit., P.75).
Como las reglas a que
se alude no son todas iguales, podríamos encontrar algunas trascendentes y
otras de menos relevancia.
La más evidente y,
probablemente, la más inflexible, es ilustrada por los tipos de
generalizaciones que acabamos de mencionar. Son enunciados explícitos de leyes
científicas y sobre conceptos y teorías científicos. Mientras continúan siendo
reconocidos, esos enunciados ayudan a fijar enigmas y a limitar las soluciones
aceptables (ibíd.).
Al referirse a la función desempeñada por
las Leyes de Newton, dice que estas en tanto la hicieron: “la cantidad de
materia fue categoría ontológica fundamental para los científicos físicos y las
fuerzas que actúan entre trozos de materia fueron un tópico predominante para
las investigaciones” (ibíd.).
Plantea lo que
podría considerarse un compromiso social del hombre de ciencia, al establecer
que sin este no puede considerarse un científico. Entiende que el científico
“debe interesarse por comprender el mundo y por extender la precisión y el
alcance con que ha sido ordenado. A su vez, el compromiso debe llevarlo a
analizar, ya sea por sí mismo o a través de sus colegas, algún aspecto de la
naturaleza, con toda clase de detalles empíricos. En tal compromiso queda
integrada la necesidad de una actitud crítica, como forma de mejorar los medios
empleados para realizar su trabajo. “Si ese análisis pone de manifiesto
bolsones de aparente desorden, entonces éstos deberán incitarlo a llevar a cabo
un refinamiento nuevo de sus técnicas de observación o a una articulación
ulterior de sus teorías”. (Kuhn Op. Cit., P.78) Da
cuenta de que existe una amplia red de “compromisos –conceptuales, teóricos, instrumentales y metodológicos— es una fuente
principal de la metáfora que relaciona a la ciencia normal con la resolución de
enigmas”. (ibíd.)
Debido a que proporciona
reglas que dicen, a quien practica una especialidad madura, cómo son el mundo y
su ciencia, el científico puede concentrarse con seguridad en los problemas
esotéricos que le definen esas reglas y los conocimientos existentes. Entonces,
lo que constituye un reto para él es cómo llegar a resolver el enigma residual.
En ese y otros aspectos, una discusión de los enigmas y de las reglas,
esclarece la naturaleza de la práctica científica normal (ibíd.).
1.6. PRIORIDAD DE LOS
PARADIGMAS
Al explicar la relación existente entre
reglas, paradigmas y ciencia normal, se vale del historiador para ilustrar el
proceso de separación de porciones particulares de compromisos, como los que se
describieron con anterioridad como reglas aceptadas.
Una investigación
histórica profunda de una especialidad dada, en un momento dado, revela un
conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normalizadas de diversas teorías
en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación. Ésos son los
paradigmas de la comunidad revelados en sus libros de texto, sus conferencias y
sus ejercicios de laboratorio. Estudiándolos y haciendo prácticas con ellos es
como aprenden su profesión los miembros de la comunidad correspondiente (Kuhn Op.
Cit., P.80).
Apunta que el
historiador “descubrirá, además, una zona de penumbra ocupada por realizaciones
cuyo status aún está en duda; pero, habitualmente, el núcleo de técnicas
y problemas resueltos estará claro” (Kuhn Op. Cit., P.80). Como es de suponer,
en una comunidad científica vamos a encontrar ambigüedades ocasionales, pero
aun así, “los paradigmas de una comunidad científica madura pueden determinarse
con relativa facilidad”. Aclara que determinar los paradigmas compartidos no es
determinar las reglas compartidas, según plantea, esto pertenece a una segunda
fase en la que el “historiador deberá establecer comparaciones entre los
paradigmas de la comunidad unos con otros y con sus informes corriente de
investigación” (ibíd.).
Al hacerlo así, su
objetivo es descubrir qué elementos aislables, explícitos o implícitos, pueden
haber abstraído los miembros de esa comunidad de sus paradigmas más
globales, y empleado como reglas en sus investigaciones. Cualquiera que haya
tratado de describir o analizar la evolución de una tradición científica dada,
habrá buscado, necesariamente, principios y reglas aceptados de ese tipo (ibíd.).
Por experiencia propia, asegura que: “la
búsqueda de reglas es más difícil y menos satisfactoria que la de paradigmas”.
Para Thomas Kuhn, parte de las
generalizaciones que utilice el historiador “para describir las creencias compartidas por la comunidad, no presentarán problemas”. aunque
otros si se mostrarán muy fuerte.
Sin embargo, para
comprender la coherencia de la tradición de investigación en términos de las
reglas, se necesitarán ciertas especificaciones de base común en el campo
correspondiente. Como resultado de ello, la búsqueda de un cuerpo de reglas
pertinentes para constituir una tradición de investigación normal dada, se convierte
en una fuente de frustración continua y profunda. Sin embargo, el
reconocimiento de la frustración hace posible diagnosticar su origen (Kuhn Op.
Cit., P.81).
Entiende que puede
haber conformidad entre los científicos en relación al aporte paradigmático con
carácter casi permanente para determinados problemas de grandes dimensiones en
ciertas áreas, sin embargo, en ellos puede darse grandes desacuerdos, en
ocasiones inconscientemente, “en lo que respecta a las características
abstractas particulares que hacen que esas soluciones sean permanente”. Es como
si se aceptara tácitamente al paradigma, pero “sin tratar siquiera de producir,
una interpretación plena o racionalización de él”.
La
falta de una interpretación ordinaria o de una reducción aceptada a reglas, no
impedirá que un paradigma dirija las investigaciones. La ciencia normal puede
determinarse en parte por medio de la inspección directa de los paradigmas,
proceso que frecuentemente resulta más sencillo con la ayuda de reglas y
suposiciones, pero que no depende de la formulación de éstas. En realidad, La
existencia de un paradigma ni siquiera debe implicar la existencia de algún
conjunto completo de reglas. (Kuhn Op. Cit., P.82)
De sus
reflexiones bien puede colegirse que el científico acepta el paradigma, porque
desarrolla un conocimiento intuitivo de las actividades y de las cosas con las
que se relaciona, las cuales terminan tornándose familiar. Las cosas que nos
son familiares en ocasiones comparten atributos con otros objetos, cosas, actividades,
que “nos ayuda a aprender cómo emplear el término
correspondiente”. Es categórico al afirmar que: “no existe un conjunto de
características que sea aplicable simultáneamente a todos los miembros de la
clase y sólo a ellos”. No obstante, reconoce en ellos que cada una “está constituida por una red de semejanzas que se
superponen y se entrecruzan”.
La existencia de esa red explica suficientemente el que logremos
identificar al objeto o a la actividad correspondiente. Sólo si las familias
que nominamos se superponen y se mezclan gradualmente unas con otras —o sea,
sólo si no hubiera familias naturales— ello proporcionaría nuestro éxito en la
identificación y la nominación, una prueba en pro de un conjunto de
características comunes, correspondientes a cada uno de los nombres de clases
que utilicemos (Kuhn Op. Cit., P.83).
Observa
que “lo que tienen en común no es que satisfagan algún conjunto
explícito, o incluso totalmente descubrible, de reglas y suposiciones que da a
la tradición su carácter y su vigencia para el pensamiento científico” (Kuhn
Op. Cit., P.84). Si esto fuera posible, estaríamos frente a la posibilidad de
alcanzar homogeneidad de criterio y acuerdo explicito en torno al paradigma. Lo
que si se vislumbra como posible es que “pueden
relacionarse, por semejanza o por emulación, con alguna parte del cuerpo
científico que la comunidad en cuestión reconozca ya como una de sus
realizaciones establecidas” (ibíd.).
Los científicos trabajan a partir de
modelos adquiridos por medio de la educación y de la exposición subsiguiente a
la literatura, con frecuencia sin conocer del todo o necesitar conocer qué
características les han dado a esos modelos su status de paradigmas de la
comunidad. Por ello, no necesitan un conjunto completo de reglas. La coherencia
mostrada por la tradición de la investigación de la que participan, puede no
implicar siquiera la existencia de un cuerpo básico de reglas y suposiciones
que pudiera descubrir una investigación filosófica o histórica adicional. El hecho
de que los científicos no pregunten o discutan habitualmente lo que hace que un
problema particular o una solución sean aceptables, nos inclina a suponer que,
al menos intuitivamente, conocen la respuesta (ibíd.).
Ahora bien, tal como lo expresa, “puede
indicar sólo que no le parecen importantes para su investigación ni la pregunta
ni la respuesta”. Si los paradigmas se adoptan como modelo y estos pueden
asumirse sin cuestionamiento, es posible que no importen tanto ciertas reglas.
“Los paradigmas pueden ser anteriores, más inflexibles y completos que
cualquier conjunto de reglas para la investigación que pudiera abstraerse
inequívocamente de ellos”. (ibíd.) Siguiendo este punto de vista se puede
colegir que: “los paradigmas podrían determinar la ciencia normal sin
intervención de reglas descubribles” (ibíd.).
1.7. LA ANOMALÍA Y LA EMERGENCIA DE LOS
DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS
Se ha precisado en secciones anteriores
que las actividades efectuadas para solucionar enigmas es altamente acumulativa,
esta ha tenido éxito, claro está, en el logro de sus objetivos, los cuales se
han orientados a la extensión continua del alcance y la precisión de los
conocimientos científicos. “En todos esos aspectos, se ajusta con gran
precisión a la imagen más usual del trabajo científico” (Kuhn Op. Cit., P.92). Pero,
esto no es suficiente “la ciencia normal no tiende hacia novedades fácticas o
teóricas y, cuando tiene éxito, no descubre ninguna” (ibíd.). Ahora bien,
cuando se habla de investigación científica asegura, que se “descubren
repetidamente fenómenos nuevos e inesperados y los científicos han inventado,
de manera continua, teorías radicalmente nuevas” (ibíd.).
La historia sugiere incluso que la empresa
científica ha desarrollado una técnica cuyo poder es único para producir
sorpresas de este tipo. Para reconciliar esta característica de la ciencia con
todo lo que hemos dicho ya, la investigación bajo un paradigma debe ser
particularmente efectiva, como método, para producir cambios de dicho
paradigma. Esto es lo que hacen las novedades fundamentales fácticas y
teóricas. Producidas de manera inadvertida por un juego llevado a cabo bajo un
conjunto de reglas, su asimilación requiere la elaboración de otro conjunto.
Después de convertirse en partes de la ciencia, la empresa, al menos la de los
especialistas en cuyo campo particular caen las novedades, no vuelve a ser
nunca la misma (ibíd.).
No hay un patrón ideal que pueda seguirse
para lograr los cambios esperados en las ciencias normales o para producir
nuevos paradigmas, así mismo, tampoco se puede establecer una separación
artificiosa entre los descubrimientos o novedades fácticas y los inventos o
novedades teóricas. Esto se debe a que “no son sucesos aislados, sino episodios
extensos, con una estructura que reaparece regularmente”. Parece que todo comienza con la percepción
del científico de una anomalía; “o sea, con el reconocimiento de que en cierto
modo la naturaleza ha violado las expectativas, inducidas por el paradigma, que
rige a la ciencia normal” (Kuhn Op. Cit., P.93). Entonces, es cuando se
“produce una exploración más o menos prolongada de la zona de la anomalía. Y
sólo concluye cuando la teoría del paradigma ha sido ajustada de tal modo que
lo anormal se haya convertido en lo esperado” (ibíd.).
La asimilación de un hecho de tipo nuevo exige
un ajuste más que aditivo de la teoría y en tanto no se ha llevado a cabo ese
ajuste —hasta que la ciencia aprende a ver a la naturaleza de una manera
diferente—, el nuevo hecho no es completamente científico (ibíd.).
Al observar las novedades fácticas y las
teóricas debemos presumirlas entrelazadas en los descubrimientos científicos.
El problema surge cuando se trata de determinar el cómo tienen lugar esos
cambios, tanto a nivel fáctico como a nivel teórico. Sin embargo, esta
separación se vuelve artificiosa y él
trata de demostrarlo con casos seleccionados y expuesto en la sección que nos
ocupa, aunque esas evidencias las dejamos fuera de consideración por razones
atendibles. En ellos procura de mostrar, tal como se expuso en el párrafo
anterior, “que no son sucesos aislados, sino episodios extensos, con una
estructura que reaparece regularmente”.
El descubrimiento comienza con la percepción de
la anomalía; o sea, con el reconocimiento de que en cierto modo la naturaleza
ha violado las expectativas, inducidas por el paradigma, que rigen a la ciencia
normal. A continuación, se produce una exploración más o menos prolongada de la
zona de la anomalía. Y sólo concluye cuando la teoría del paradigma ha sido
ajustada de tal modo que lo anormal se haya convertido en lo esperado. La
asimilación de un hecho de tipo nuevo exige un ajuste más que aditivo de la
teoría y en tanto no se ha llevado a cabo ese ajuste —hasta que la ciencia
aprende a ver a la naturaleza de una manera diferente—, el nuevo hecho no es
completamente científico (ibíd.).
En esta sección también se lee una
aseveración suya que podría catalogarse de osada, cuando nos dice que “en el
desarrollo de cualquier ciencia, habitualmente se cree que el primer paradigma
aceptado explica muy bien la mayor parte de las observaciones y experimentos a
que pueden con facilidad tener acceso todos los que practican dicha ciencia” (Kuhn
Op. Cit., P.110). Si es así, estaríamos hablando de un súper paradigma que
contiene todas las posibilidades y da respuesta a todas las preguntas. Pueda
que este tipo de planteamiento es lo que lleva a, algunos críticos de su teoría
a ver en ella un exceso de imaginación. Congruente con el criterio inicial,
encontramos la expresión que continua: “un desarrollo ulterior exige,
normalmente, la construcción de un equipo complejo, el desarrollo de un
vocabulario esotérico y de habilidades, y un refinamiento de los conceptos que
se parecen cada vez menos a sus prototipos usuales determinados por el sentido
común” (ibíd.). Esto encamina al científico por la senda de la
profesionalización.
Esta profesionalización conduce a una inmensa limitación de la visión
de los científicos y a una resistencia considerable al cambio del paradigma. La
ciencia se hace así cada vez más rígida. Por otra parte, en los campos hacia
los que el paradigma dirige la atención del grupo, la ciencia normal conduce a
una información tan detallada y a una precisión tal en la coincidencia de la
teoría y de la observación como no podrían lograrse de ninguna otra forma.
Además, esa minuciosidad y esa precisión de la coincidencia tienen un valor que
trasciende su interés intrínseco no siempre muy elevado (ibíd.).
Insiste en la caracterización de lo que hoy se
podría igualar a la más elevada tecnología desarrolla. “Sin el aparato especial
que se construye principalmente para funciones previstas, los resultados que
conducen eventualmente a la novedad no podrían obtenerse”. Lleva al límite su
reflexión, cuando se esfuerza por mostrar las posibilidades que tiene el ser
humano para darse cuenta de que algo está fuera de control. “incluso cuando
existe el aparato, la novedad ordinariamente sólo es aparente para el hombre
que, conociendo con precisión lo que puede esperar, está en condiciones
de reconocer que algo anómalo ha tenido lugar” (Kuhn Op. Cit., P.111).
Se reconoce la anomalía porque sus
manifestaciones contrastan con el fondo proporcionado por el paradigma. “Cuanto
más preciso sea un paradigma y mayor sea su alcance, tanto más sensible será
como indicador de la anomalía y, por consiguiente, de una ocasión para el
cambio del paradigma” (ibíd.). El descubrimiento de la anomalía abre las
puertas al nuevo paradigma. Pero solo en las perspectivas del progreso, porque
se hará evidente una fuerte resistencia en procura de impedir lo que denomina
el derrumbe del paradigma, “la resistencia garantiza que los científicos no
serán distraídos con ligereza y que las anomalías que conducen al cambio del
paradigma penetrarán hasta el fondo de los conocimientos existentes” (ibíd.). Si
se iguala la anomalía a una novedad científica, habrá que ver su conformación
como el conjunto de características que tienen su origen en diferentes fuentes
o laboratorios, dentro, claro, de la ciencia normal. Esta novedad científica
“es un Índice tanto de la poderosa naturaleza tradicional de la ciencia normal
como de lo completamente que esta actividad prepara el camino para su propio
cambio” (ibíd.).
1.8. LAS CRISIS Y LA EMERGENCIA DE LAS
TEORÍAS CIENTÍFICAS
En el texto Kuhn da cuenta de una inmensa
cantidad de descubrimiento que se han producido a lo largo de la historia, cada
uno de los cuales, cuando fueron integrados al conocimiento cotidiano,
facilitaron la comprensión y explicación de otros. “los científicos se
encontraban en condiciones de explicar una gama más amplias de fenómenos
naturales o de explicar con mayor precisión algunos de los previamente
conocidos” (Kuhn Op. Cit., P.112). Sostiene, y es lógico, que el avance logrado
se produjo después de descartar “cierta creencias y procedimientos previamente
aceptados y, simultáneamente, reemplazando esos componentes del paradigma previo por
otros”. asevera que esos cambios están asociados a todos los descubrimientos
logrados y comprendidos en la denominada ciencia normal, excluyendo aquellos
que se tipifican como rutinarios, “previsto en todo. Con excepción de los
detalles” (ibíd.).
No cree que los descubrimientos sean las
únicas fuentes de cambios, aunque la manifestación de los paradigmas sea en una de dos vertientes,
destructivas o constructivas. Pues, reconoce que se dan cambios similares y
mucho mayores y que son el resultado de la formulación de nuevas teorías.
“Habiendo visto ya que en las ciencias, hecho y teoría, descubrimiento e
invento, no son categórica y permanentemente diferentes, podemos esperar que
haya coincidencias entre esta sección y la anterior” (ibíd.).
Al ocuparnos del
surgimiento de nuevas teorías, es también inevitable que ampliemos nuestra comprensión
de los descubrimientos. Sin embargo, coincidencia en ciertos puntos no es lo
mismo que identidad. Los tipos de descubrimientos estudiados en la sección
anterior no fueron responsables, al menos por sí solos, de los cambios de
paradigmas que se produjeron en revoluciones tales como la de Copérnico, la de
Newton, la química y la de Einstein. Tampoco fueron responsables de los cambios
de paradigma algo menores (debido a que fueron más exclusivamente
profesionales) producidos por la teoría ondulatoria de la luz, la teoría
dinámica del calor o la teoría electromagnética de Maxwell (Kuhn Op. Cit., P.113).
Resulta interesante su razonamiento al
referirse a lo que se podría entender como una anticipación al surgimiento de
todo paradigma:
Si la percepción de la anomalía
desempeña un papel en la aparición de nuevos tipos de fenómenos, no deberá
sorprender a nadie que una percepción similar, aunque más profunda, sea un
requisito previo para todos los cambios aceptables de teoría. Creo que en este
punto, las pruebas históricas son absolutamente inequívocas (ibíd.).
Reforzando el concepto de acumulación de
información, señala que: “la filósofos de la ciencia han demostrado
repetidamente que siempre se puede tomar base más que en una construcción teórica,
sobre una colección de datos determinada” (Kuhn Op. Cit., P.127). Más aún,
revisando la historia de la ciencias “indica que, sobre todo en las primeras
etapas de desarrollo de un nuevo paradigma, ni siquiera es muy difícil inventar
esas alternativas. Pero es raro que los científicos se dediquen a tal invención
de alternativas, excepto durante la etapa anterior al paradigma del desarrollo
de su ciencia y en ocasiones muy especiales de su evolución subsiguiente” (ibíd.).
En
tanto los instrumentos que proporciona un paradigma continúan mostrándose
capaces de resolver los problemas que define, la ciencia tiene un movimiento
más rápido y una penetración más profunda por medio del empleo confiado de esos
instrumentos. La razón es clara. Lo mismo en la manufactura que en la ciencia,
el volver a diseñar herramientas es una extravagancia reservada para las
ocasiones en que sea absolutamente necesario hacerlo. El significado de las
crisis es la indicación que proporcionan de que ha llegado la ocasión para rediseñar
las herramientas (ibíd.).
1.9. LA RESPUESTA A LA CRISIS
Al abordar la crisis producida por el
paradigma, una actitud natural en los científicos es de adhesión y búsqueda de
solución dentro de los límites del mismo. Tal crisis puede constituir un hecho
definitivo que se anticipa al surgimiento de otro paradigma, pero el científico
no concebirá el abandono de este sistema teórico, para asumir una nueva teoría
científica. La anomalía puede ser una prueba de un paradigma que nace y para
ellos no necesariamente será evidente. Ese es el comportamiento que muestra la
historia y es lo que se ha querido mostrar en los innumerables ejemplos que se
citan en el texto.
Una vez que ha alcanzado
el status de paradigma, una teoría científica se declara inválida sólo
cuando se dispone de un candidato alternativo para que ocupe su lugar. Ningún
proceso descubierto hasta ahora por el estudio histórico del desarrollo
científico se parece en nada al estereotipo metodológico de la demostración de
falsedad, por medio de la comparación directa con la naturaleza (Kuhn Op. Cit., P.128).
Conviene establecer que el científico no
desaparece con el viejo paradigma, como en toda manifestación de la vida, hay
un primer esfuerzo por conservar lo que conocemos y manejamos, luego se irá
aceptando en la medida en que la experiencia y la comparación de dicha teoría
con la anterior, ofrezca mejores resultados. “La decisión de rechazar un
paradigma es siempre, simultáneamente, la decisión de aceptar otro, y el juicio
que conduce a esa decisión involucra la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza
y la comparación entre ellos” (Kuhn Op. Cit., P.129).
La manifestación filosófica del
comportamiento frente al paradigma irá en correspondencia con lo antes expuesto
sobre la actitud del científico, en el sentido de buscar el reforzamiento de la
teoría epistemológica prevaleciente. Ante el avance de la nueva teoría
epistemológica, reaccionarán inventando “numerosas articulaciones y
modificaciones ad hoc de su teoría para eliminar cualquier conflicto aparente”.
Pueda que mucha de la argumentación, modificaciones o calificaciones empleadas,
ya existan en la literatura. Si llegan a inquietar o perturbar a los defensores
del paradigma anterior, “será debido a que contribuyen a permitir el
surgimiento de un análisis nuevo y diferente de la ciencia, dentro del que ya
no sean causa de dificultades” (ibíd.).
Cuando ya no es posible impedir el
surgimiento de un nuevo paradigma, el científico optará por insertarse en el.
De ese modo, quedan superadas, las crisis, el desorden o las tensiones ajenas a
aquellas otras tensiones que están implícitas en las investigaciones
científicas. En cualquier circunstancia o momento histórico en el que nos
situemos, “una vez descubierto un primer paradigma a través del cual ver la
naturaleza, no existe ya la investigación con ausencia de paradigmas. El
rechazar un paradigma sin reemplazarlo con otro, es rechazar la ciencia misma” (Kuhn
Op. Cit., P.131). Precisa que “ese acto no se refleja en el paradigma sino en
el hombre. De manera inevitable, será considerado por sus colegas como "el
carpintero que culpa a sus herramientas" (ibíd.).
Mientras el paradigma funciona de manera
adecuada, es decir, tiene soluciones para las preguntas que se formulan, las
confrontaciones tienen un carácter normal y son propias de todo paradigma en
desarrollo, “verdad o falsedad se determinan únicamente y de manera inequívoca,
por medio de la confrontación del enunciado con los hechos”.
La ciencia normal se esfuerza y deberá
esforzarse continuamente por hacer que la teoría y los hechos vayan más de
acuerdo y esta actividad puede verse fácilmente como una prueba o una búsqueda
de confirmación o falsedad. En lugar de ello, su objeto es resolver un enigma
para cuya existencia misma debe suponerse la validez del paradigma. El no
lograr una solución desacredita sólo al científico, no a la teoría (Kuhn Op. Cit., P.132).
La presencia de una anomalía en el ajuste
entre la teoría y la naturaleza no debe provocar necesariamente cualquier
respuesta profunda, aunque la discrepancia que se hace evidente sea
“inconmensurablemente mayor que la experimentada en otras aplicaciones de la
teoría”. Siempre se producirán discrepancia, “incluso las más tenaces responden
usualmente, al fin, a la práctica normal. Con mucha frecuencia, los científicos
se sienten dispuestos a esperar, sobre todo si disponen de muchos otros problemas
en otras partes del campo” (Kuhn Op. Cit., P.134). De modo que, no toda
anomalía provoca crisis. “Siempre se presentan dificultades en alguna parte en
el ajuste del paradigma con la naturaleza; la mayoría de ellas se resuelven
tarde o temprano, frecuentemente por medio de procesos que no podían preverse” (Kuhn
Op. Cit., P.135).
El hombre de ciencia no puede detenerse a
examinar todas las anomalías que descubra en una teoría científica si quiere
“llevar a cabo algún trabajo importante”. Tiene que parecerle trascendente y no
ser resuelta con una respuesta general. “A veces, una anomalía pondrá
claramente en tela de juicio generalizaciones explícitas y fundamentales de un
paradigma, como lo hizo el problema del arrastre del éter para quienes aceptaban
la teoría de Maxwell” (ibíd.) Puede parecer intrascendente “como en la
revolución de Copérnico, una anomalía sin aparente importancia fundamental,
puede provocar crisis si las aplicaciones que inhibe tienen una importancia
práctica particular, en este caso para el calendario y la astrología” (Kuhn Op.
Cit., PP.135y136).
Todas las crisis
se inician con la confusión de un paradigma y el aflojamiento consiguiente de
las reglas para la investigación normal. A este respecto, la investigación
durante las crisis se parece mucho a la que tiene lugar en los periodos
anteriores a los paradigmas, con excepción de que en el primer caso el lugar de
la diferencia es, a la vez, más pequeño y mejor definido. Y todas las crisis
concluyen con la aparición de un nuevo candidato a paradigma y con la lucha subsiguiente
para su aceptación (Kuhn
Op. Cit., P.138).
A diferencia de los periodos de ciencias
normales, en donde se verifica un proceso de acumulación que tiende a expandir
y a reforzar la configuración del paradigma, la transición es una fase de anomalía que se torna crítica
para el paradigma, deviniendo en su desaparición paulatina que se expresa como
“una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción
que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo,
así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma” (Kuhn Op.
Cit., P.139). En esa fase, coincidirán de forma parcial los dos paradigmas con
la solución de ciertos problemas que, aunque pueden resolverse, no
necesariamente coincidirán en la forma en que aplicarán la solución. Una vez
completada la transición, se ha de esperar modificaciones en la visión del
campo profesional, en los métodos y en sus metas. Es un proceso que involucra
“manejar el mismo conjunto de datos anteriores, pero situándolos en un nuevo
sistema de relaciones concomitantes al ubicarlos en un marco diferente” (Kuhn
Op. Cit., P.139).
Lo que acabamos de
anticipar puede ayudarnos a reconocer a la crisis como un preludio apropiado al
surgimiento de nuevas teorías, sobre todo debido a que ya hemos examinado una
versión en pequeña escala del mismo proceso, al estudiar la aparición de los
descubrimientos. Debido a que el nacimiento de una nueva teoría rompe con una
tradición de práctica científica e introduce otra nueva que se lleva a cabo con
reglas diferentes y dentro de un universo de razonamiento también diferente,
esto sólo tiene probabilidades de suceder cuando se percibe que una primera
tradición ha errado el camino de manera notable (Kuhn Op. Cit., P.140).
1.10. NATURALEZA Y
NECESIDAD DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS
En secciones anteriores se ha mencionado
la revolución científica sin conceptualizarla ni precisarla, esta parte se
apertura con un concepto muy particular del autor, donde recoge de manera muy
creativa partes de los elementos ya expuesto en su argumentación sobre los
procesos por los que pasa un paradigma. En tal criterio, procura reflejar con
gran fidelidad y coherencia su visión sistémica de revolución científica y
paradigma y la diferenciación que puede existir con cualquier otro fenómeno
definido en los mismos términos, pero de naturaleza distinta. Kuhn formula la
pregunta ¿qué son las revoluciones científicas?, y él mismo da la respuesta:
Las revoluciones
científicas se consideran aquí como aquellos episodios de desarrollo no
acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente o en
parte, por otro nuevo e incompatible (Kuhn Op. Cit., P.149).
Una primera pregunta y su respuesta, lleva
a otra pregunta y a la siguiente. La que sigue en este caso es, ¿por qué
llamarle revolución a un cambio de paradigma? Como ya se sabe, el término
revolución social hace tiempo que se introdujo en el campo de la historia, Kuhn
se pregunta: “¿Qué paralelismo puede justifica la metáfora que encuentra
revoluciones en ambos?”, para la que tiene la siguiente respuesta:
Las revoluciones políticas
se inician por medio de un sentimiento, cada vez mayor, restringido
frecuentemente a una fracción de la comunidad política, de que las
instituciones existentes han cesado de satisfacer adecuadamente los problemas
planteados por el medio ambiente que han contribuido en parte a crear. De
manera muy similar, las revoluciones científicas se inician con un sentimiento
creciente, también a menudo restringido a una estrecha subdivisión de la
comunidad científica, de que un paradigma existente ha dejado de funcionar
adecuadamente en la exploración de un aspecto de la naturaleza, hacia el cual,
el mismo paradigma había previamente mostrado el camino. Tanto en el desarrollo
político como en el científico, el sentimiento de mal funcionamiento que puede
conducir a la crisis es un requisito previo para la revolución (ibíd.).
Esto que se muestra en la cita anterior
define de forma muy precisa y clara, no solo el paralelismo, sino el concepto
de revolución científica que nos ocupa; pero solo constituye un primer paso, al
segundo paso, Kuhn lo identifica como aspecto genético y lo percibe más
profundo. Siente que del segundo depende la importancia del primero, lo plantea
de la siguiente manera:
Las revoluciones
políticas tienden a cambiar las instituciones políticas en modos que esas
mismas instituciones prohíben. Por consiguiente, su éxito exige el abandono
parcial de un conjunto de instituciones en favor de otro y, mientras tanto, la
sociedad no es gobernada completamente por ninguna institución. Inicialmente,
es la crisis sola la que atenúa el papel de las instituciones políticas, del
mismo modo, como hemos visto ya, que atenúa el papel desempeñado por los
paradigmas. En números crecientes, los individuos se alejan cada vez más de la
vida política y se comportan de manera cada vez más excéntrica en su interior.
Luego, al hacerse más profunda la crisis, muchos de esos individuos se
comprometen con alguna proposición concreta para la reconstrucción de la
sociedad en una nueva estructura institucional (Kuhn Op. Cit., PP.150y151).
Su comprensión de la dinámica social y sus procesos de cambio es bastante
profunda; en su explicación de los cambios políticos se percibe una separación
del estilo y las características de los profesionales de la política, su
tratamiento es meramente académico, de un científico social que puede ver las
conexiones que unen a uno y otros procesos o fenómenos. De sus reflexiones se
deduce que la división social en bandos opuestos, la falta de institucionalidad
y el distanciamiento entre las partes, por la falta de avenencia a una matriz
institucional dentro de la que debe producirse la evaluación de los cambios
políticos, y adicionado a esto, el desconocimiento a cualquier estructura
suprainstitucional que pueda tener la última palabra, “las partes de un
conflicto revolucionario deben recurrir, finalmente, a las técnicas de
persuasión de las masas, incluyendo frecuentemente el empleo de la fuerza.
Aunque las revoluciones tienen una función vital en la evolución de las
instituciones políticas, esa función depende de que sean sucesos parcialmente
extrapolíticos o extrainstitucionales” (Kuhn Op. Cit., P.151).
Como la elección
entre instituciones políticas que compiten entre sí, la elección entre paradigmas
en competencia resulta una elección entre modos incompatibles de vida de la
comunidad. Debido a que tiene ese carácter, la elección no está y no puede
estar determinada sólo por los procedimientos de evaluación característicos de
la ciencia normal, pues éstos dependen en parte de un paradigma particular, y
dicho paradigma es discutido. Cuando los paradigmas entran, como deben, en un
debate sobre la elección de un paradigma, su función es necesariamente
circular. Para argüir en la defensa de ese paradigma cada grupo utiliza su
propio paradigma (Kuhn
Op. Cit., PP.151y152).
Si la defensa de dicho paradigma tiene que
hacerse utilizando los argumentos que provee el propio paradigma, puede mover a
preocupación por considerar limitadas
sus posibilidades, pero resulta lo contrario, el hecho que sea suficiente para
convencer de las bondades que este posee, es razón suficiente para pensar que
tiene todas las características para sustituir de pleno al anterior paradigma.
La circularidad resultante no hace que los argumentos sean erróneos, ni
siquiera inefectivos. El hombre que establece como premisa un paradigma,
mientras arguye en su defensa puede, no obstante, proporcionar una muestra
clara de lo que será la práctica científica para quienes adopten la nueva
visión de la naturaleza (Kuhn Op. Cit., P.152).
No es osado suponer que dicha muestra
puede resultar inmensamente persuasiva, convincente y, si se quiere,
apremiante. “sea cual fuere su fuerza, el status del argumento circular
es sólo el de la persuasión. No puede hacerse apremiante, lógica ni
probablemente, para quienes rehúsan entrar en el círculo”. Es que las partes
enfrentadas no comparten premisas ni valores del paradigma y lo único que puede
acercarlo es la aceptación de la
comunidad plena.
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