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sábado, 7 de septiembre de 2013

KARL R. POPPER Y SU TEORIA DEL FALSACIONISMO





Dr. Ramón Santana Cabrera


        El ensayo basado en el libro de Karl R. Popper "La lógica de la investigación científica", se realizó con el propósito de usarlo como parte inicial del marco teórico de la investigación de nuestra tesis doctoral. Al publicarlo por este medio, nos anima el deseo de darlo a conocer, como parte del análisis que hiciéramos de cada autor considerado y destacar sus aportes particulares a la filosofía científica, iniciando por supuesto con K. R. P. Dado que fue el primero en el orden y, hasta cierto ponto, el más connotado de los pensadores considerado. Preferimos divulgarlo de este modo, porque albergamos el deseo de hacer un estudio más profundo en el futuro de la etimología científica, tomando a los autores más representativos del método científico y para ello, partiremos del enfoque y el alcance logrado en la tesis realizada. Pretendemos que nos sirva de plataforma para el logro de propósitos mayores, que puedan ser conocidos y aprovechados por un público más amplio y cuya utilidad se exprese en el uso y aplicación en investigaciones científicas futuras.      



1.  KARL R. POPPER Y LA TEORÍA FALSACIONISTA

                   
1.1. INTRODUCCION

      Kart R. Popper constituye el más alto exponente en materia de estudio de la epistemología científica, su importancia intelectual adquiere una dimensión inigualada por el impulso que le dio al razonamiento lógico y al método deductivo. Fue un apasionado combatiente en contra del método indutivista, al que le restaba rigor científico, esto lo llevó a dedicarle largas horas de investigación para producir innumerables páginas con las que procuró demostrar su inconsistencia como propuesta teórica.

      Muchos investigadores se han apoyado en su teoría para realizar sus investigaciones y los círculos académicos conservan el respeto por su trabajo intelectual. Una tesis con la orientación que sigue la presente, no tendría valor alguno si pasara por alto al falsacionismo formulado por Kart R. Popper. El falsacionismo como teoría tiene el valor de proponer una manera de comprobar la verdad científica, con ella se puede estar o no de acuerdo, pero tiene el merito de que la base de sustentación, los argumentos que el autor ha presentado, no es cosa que se pueda despachar con un simple no estoy de acuerdo o con una simple declaración de desacuerdo. Es una teoría que exige la separación  en sus diferentes partes y el análisis en profundidad de su contenido.

      Basta observar la referencia que hacen otros autores en sus formulaciones teóricas, para entender las dimensiones alcanzadas por el falsacionismo. Lakatos se fundamentó en el falsacionismo para desarrollar sus programas de investigación científica, Feyerabend adversó a Lakatos considerando las modificaciones formuladas al falsacionismo y Thomas S. Kuhn tubo notables discusiones con Popper respecto a la lógica de la investigación científica. Todos estos elementos son los que justifican que este enfoque epistemológico reciba un tratamiento de primer orden y que se procure conocer en toda su extensión.

  
1.2. EL PROBLEMA DE LA INDUCCION

      Popper vivió en una época de grande pensadores pero a poco se les puede comparar con él en su producción intelectual y en la trascendencia de su obra. En su larga trayectoria como intelectual y académico, produjo una cantidad significativa de obras filosóficas, sociológicas y de carácter político; pero más que todo, de carácter gnoseológica y epistemológica. Su obra fundamental lo constituye “la lógica de la investigación científica”, en la que expuso su tesis sobre la falsabilidad, la cual es objeto de análisis en, su parte fundamental, en este texto.

       Desde muy joven, se ganó el respeto de la comunidad académica con sus reflexiones de carácter filosóficas, y también con su notable participación en eventos académicos, o por las posturas adoptadas en momentos determinados. El peso de su autoridad quedó establecido en 1934, con la publicación de su obra más importante y de la cual ya se ha hecho mención. El rigor expositivo y el estilo polémico, acompañado de un carácter firme, se manifiesta con mucha claridad en sus escritos        


 El hombre de ciencia, ya sea teórico o experimental, propone enunciados —o sistemas de enunciados— y los contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias empíricas construye hipótesis —o sistemas de teorías— y las contrasta con la experiencia por medio de observaciones y experimentos. Según mi opinión, la tarea de la lógica de la investigación científica —o lógica del conocimiento— es ofrecer un análisis lógico de tal modo de proceder: esto es, analizar el método de las ciencias empíricas. Pero, ¿cuáles son estos «métodos de las ciencias empíricas»? Y, ¿a qué cosa llamamos «ciencia empírica»? (Popper p.27).


      El texto seleccionado es de la obra citada y sienta cátedra en la ciencia del método.  Este primer criterio lo lleva a examinar un problema muy propio de su época, la validez del método inductivo como método científico de investigación. Este problema no ha sido aun superado definitivamente y, hoy, para muchos investigadores, es un método más de los que pueden usarse en la investigación científica. Pasan por alto las discusiones académicas y las puntualizaciones sobre el método en particular y manejan estos asuntos como viejas polémicas académicas y no más.

      Popper Inicia  una revisión de la postura teórica de esos años en relación al método científico, particularmente este de la inducción, enfrentando la aseveración de que la lógica de la investigación científica es idéntica a la lógica inductiva y expresa  que, a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares o particulares a enunciados universales, expresado como hipótesis o teoría, es a lo que se llama corriente inductiva. Sostiene en ese sentido que: “dista mucho de ser obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por elevado que sea su número; pues cualquier conclusión que saquemos de este modo corre siempre el riesgo de resultar un día falsa” (ibíd.).

      Plantea que el problema de la inducción está en cómo establecer la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia. Es decir, como establecer las hipótesis y los sistemas teóricos de las ciencias empíricas, dado que para su época los inductivistas tenían la convicción de que la verdad de estos enunciados se sabe por experiencia. Todo informe de una experiencia, observación o experimento realizado, permanece como enunciado particular sin alcanzar la categoría de universal, porque la experiencia puede dar categoría de verdad a un enunciado singular; sin embargo, la verdad de un enunciado singular no lo eleva a categoría universal, lo cual según Popper constituye uno de los argumentos del inductivismo:


Si queremos encontrar un modo de justificar las inferencias inductivas, hemos de intentar, en primer término, establecer un principio de inducción. Semejante principio sería un enunciado con cuya ayuda pudiéramos presentar dichas inferencias de una forma lógicamente aceptable. A los ojos de los mantenedores de la lógica inductiva, la importancia de un principio de inducción para el método científico es máxima: «...este principio —dice Reichenbach— determina la verdad de las teorías científicas; eliminarlo de la ciencia  significaría nada menos que privar a ésta de la posibilidad de decidir sobre la verdad o falsedad de sus teorías; es evidente que sin él la ciencia perdería el derecho de distinguir sus teorías de las creaciones fantásticas y arbitrarias de la imaginación del poeta» (Popper. Op. Cit., p. 28).


      A este principio se le niega el carácter tautológico y se le exige un carácter sintético, ausente de negación contradictoria y lógicamente posible. Se vislumbra en ello el problema de cómo justificar racionalmente la aceptación de tal principio. El convencimiento de Popper sobre la ineficacia de la lógica inductiva en la investigación científica es tan firme, que niega toda posibilidad, aun respaldada por la totalidad de la ciencia.

Algunas personas que creen en la lógica inductiva se precipitan a señalar, con Reichenbach, que «la totalidad de la ciencia acepta sin reservas el principio de inducción, y que nadie puede tampoco dudar de este principio en la vida corriente»“. No obstante, aun suponiendo que fuese así —después de todo, «la totalidad de la ciencia » podría estar en un error— yo seguiría afirmando que es superfluo todo principio de inducción, y que lleva forzosamente a incoherencias (incompatibilidades) lógicas (ibíd.).


      Para Popper, aceptar el principio de inducción supone la desaparición de incoherencias inevitables, dado que tal principio tiene que constituir un enunciado universal y si se afirma que se sabe por experiencia que tal aseveración es verdadera, reaparecerán de nuevo justamente los mismos problemas que motivaron su intuición. Tal justificación implicaría la utilización de inferencia inductiva y esto nos llevaría a otro principio de orden superior, generando una continuidad que identifica como “una regresión infinita”. Esto lo llevó a considerar que los problemas de la inducción son insuperables y a negar a la inferencia inductiva, no vio la posibilidad de que pudiera alcanzarse cierto grado de seguridad o de probabilidad y apoyó su criterio en la opinión de otro intelectual de la época que, refiriéndose a la inferencia probable, expresó lo siguiente:


Hemos descrito —dice Reichenbach— el principio de inducción como el medio por el que la ciencia decide sobre la verdad. Para ser más exactos, deberíamos decir que sirve para decidir sobre la probabilidad: pues no le es dado a la ciencia llegar a la verdad ni a la falsedad..., mas los enunciados científicos pueden alcanzar únicamente grados continuos de probabilidad, cuyos límites superior e inferior, inalcanzables, son la verdad y la falsedad (Popper. Op. Cit., p.29).


      La idea de la probabilidad la rechazaba por inoportuna y por entender que con su uso ni siquiera se rozaban las  dificultades referidas, dado que asignar probabilidad a los enunciados que se basan en inferencias inductivas, nos retorna a la justificación mediante la invocación de nuevos principios de inducción con modificaciones convenientes, el cual también tendrá que ser justificado, generando de este modo una regresión infinita.

      Popper adelanta que pretendía desarrollar una teoría opuesta, la cual podría describirse como: “la teoría del método deductivo de contrastar o como la opinión de que una hipótesis sólo puede contrastarse empíricamente y únicamente después de que ha sido formulada”. Esta tesis sugiere la necesidad primaria de la Psicología del conocimiento, fundamentada en hechos empíricos, y la lógica del conocimiento, o estudio de las relaciones lógicas, para evitar un tratamiento psicológico a un problema epistemológico y viceversa   



1.3. ELIMINACIÓN DEL PSICOLOGISMO

      En este apartado se procura establecer con claridad su visión en torno a la tarea del científico, en donde precisa que se circunscribe a proponer teorías y contrastarlas, no entra en el interés del análisis lógico del conocimiento el cómo se conciben las ideas, actividad propia de la psicología empírica. El científico se interesa por la justificación o la validez de una teoría, por ello se formula preguntas del tipo siguiente:


¿Puede justificarse un enunciado?; en caso afirmativo, ¿de qué modo?; ¿es contrastable?; ¿depende lógicamente de otros enunciados?; ¿o los contradice quizá? Para que un enunciado pueda ser examinado lógicamente de esta forma tiene que habérsenos propuesto: antes: alguien debe haberlo formulado y habérnoslo entregado para su examen lógico (Popper Op. Cit., p. 31).


      Desde el principio despeja toda duda sobre la lógica del conocimiento y establece con claridad meridiana su concepción de la misma: “consiste pura y exclusivamente en la investigación de los métodos empleados en las contrastaciones sistémicas a que debe someterse toda idea nueva antes de que se la pueda sostener seriamente”. Este criterio es totalmente opuesto a la consideración de los “procesos que tienen lugar durante el estimulo y formación de inspiraciones”, que pertenecen y son tratado por la psicología empírica. Al enfrentar esta postura, expresada como “reconstrucción racional”, toma como ejemplo su misma obra, señalando que:


En la medida en que el científico juzga críticamente, modifica o desecha su propia inspiración, podemos considerar —si así nos place— que el análisis metodológico emprendido en esta obra es una especie de «reconstrucción racional» de los procesos intelectuales correspondientes. Pero esta reconstrucción no habrá de describir tales procesos según acontecen realmente: solo puede dar un esqueleto lógico del procedimiento de contrastar. Y tal vez esto es todo lo que quieren decir los que hablan de una «reconstrucción racional» de los medios por los que adquirimos conocimientos (ibíd.).


      Rechaza de plano que se pueda considerar un método lógico de tener nuevas ideas o que se pueda reconstruir lógicamente el proceso implicado. Al mismo tiempo establece que  todo proceso creador contiene un elemento irracional o una intuición creadora, que se apoya como la introyección en elementos provenientes de fuera.



1.4. CONTRASTACIÓN DEDUCTIVA DE TEORÍAS

      Al dejar sentado sus diferencias con determinadas consideraciones teóricas, adelanta que el método de contrastar críticamente las teorías y de escogerlas, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en su contraste, procede del modo que se indica a continuación:


Una vez presentada a título provisional una nueva idea, aún no justificada en absoluto – sea una anticipación, una hipótesis, un sistema teórico o lo que se quiera -, se extraen conclusiones de ella por medio de una deducción lógica: estas conclusiones se comparan entre sí y con otros enunciados pertinentes, con objetivo de hallar las relaciones lógicas (tales como equivalencia, deductibilidad, compatibilidad o incompatibilidad, etc.) que existan entre ellas (Popper Op. Cit., p. 32).


      Entiende evidente cuatro procedimiento de llevar a cabo la contrastación de una teoría: en primer lugar identifica la comparación lógica de las conclusiones unas con otras, a esta le sigue el estudio de la forma lógica de la teoría, cuyo objeto es determinar su carácter; continua con la comparación con otras teorías, con el propósito de “averiguar si la teoría examinada constituiría un adelanto científico en caso de que sobreviviera a las diferentes contrastaciones a que la sometemos” (ibíd.) y, por último, se realiza la contrastación mediante el uso de la aplicación empírica de las conclusiones que pueden deducirse de ella. Tomando este último criterio se procura determinar si tal teoría satisface los requerimientos práctico o teórico en cuestión. Pero, será necesario hacer uso de enunciados previamente aceptados los cuales ayudan a deducir de las teorías a contrastar enunciados particulares, a los cuales llama “predicciones”. Esto se puede comprobar en el siguiente texto:


Lo que se pretende con el último tipo de contraste mencionado es descubrir hasta qué punto satisfarán las nuevas consecuencias de la teoría —sea cual fuere la novedad de sus asertos— a los requerimientos de la práctica, ya provengan éstos de experimentos puramente científicos o de aplicaciones tecnológicas prácticas. También en este caso el procedimiento de contrastar resulta ser deductivo; veámoslo. Con ayuda de otros enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoría a contrastar ciertos enunciados singulares —que podremos denominar «predicciones»—; en especial, predicciones que sean fácilmente contrastables o aplicables. Se eligen entre estos enunciados los que no sean deductibles de la teoría vigente, y, más en particular, los que se encuentren en contradicción con ella (ibíd.).


      A partir de ahí se toman decisiones con los enunciados deducidos mediante comparación  con los resultados de la aplicación práctica de experimentos. Se hace notar que si la conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificada, la teoría en cuestión “ha pasado con éxito las contrastaciones (por esta vez): no hemos encontrado razones para desecharla. Pero si la decisión es negativa, o sea, si las conclusiones han sido falsadas, esta falsación revela que la teoría de la que se han deducido lógicamente es también falsa” (Popper Op. Cit., P. 33). Deja claro que toda decisión positiva es temporal y que es de esperar que otras decisiones negativas la derroten en el futuro. Sin embargo, mientras resistas otras contrastaciones rigurosas y bien llevada, estará demostrando su fortaleza, lo que llama corroboración por la experiencia.

      Niega toda posibilidad de pasar de un razonamiento de la verdad de enunciados singulares a la verdad de teoría. Entiende que una conclusión verificada no da lugar a establecer que unas teorías sean verdaderas o probables.



1.5. EL PROBLEMA DE LA DEMARCACIÓN

      Al  referirse a la demarcación, establece de entrada que su rechazo a la inducción es porque no proporciona un criterio de demarcación apropiado. Entiende que se debe “encontrar un criterio que nos permita distinguir entre las ciencias empíricas, por un lado, y los sistemas metafísicos, por el otro” (Popper Op. Cit., P.34). Supone que los empiristas positivistas se aferran al método de la inducción porque creen que este es el único método que puede proporcionarle un criterio de demarcación  apropiado. Al menos, se establece una notable diferencia entre los antiguos positivistas y los modernos, ya que los primeros aceptaban únicamente como científicos los conceptos que derivaban de la experiencia; es decir, “aquellos conceptos que ellos creían lógicamente reducibles a elementos de la experiencia sensorial, tales como sensaciones (o datos sensibles), impresiones, percepciones, recuerdos visuales o auditivos, etc” (ibíd.). En relación a estos últimos, establece lo siguiente:

      
Los positivistas modernos son capaces de ver con mayor claridad que la ciencia no es un sistema de conceptos, sino más bien un sistema de enunciados. En consecuencia, están dispuestos a admitir únicamente como científicos o legítimos los enunciados que son reducibles a enunciados elementales (o «atómicos») de experiencia —a «juicios de percepción», «proposiciones atómicas», «cláusulas protocolarias» o como los quieran llamar—. No cabe duda de que el criterio de demarcación implicado de este modo se identifica con la lógica inductiva que piden (ibíd.).


      Ve la búsqueda de un criterio de demarcación aceptable como una tarea crucial de toda epistemología que esté en desacuerdo con la lógica inductiva. No admite que se  interprete como un problema natural y mucho menos que se tenga la creencia de que el problema básico es descubrir diferencia entre la ciencia empírica por una parte y la metafísica por otra, más bien entiende que la preocupación legítima es la de proporcionar una convención apropiada de investigación científica. Por ello, interpreta como una desviación  fundamental la preocupación de los positivistas de centrar su interés en el desarrollo de proposiciones reducible a proposiciones elementales, a las cuales caracterizan como descripciones o imágenes de la realidad, este es un atributo de toda proposición con sentido.

      En su argumentación advierte que los positivistas en su afán de destruir la metafísica, “aniquilan juntamente con ella la ciencia natural. Pues tampoco las leyes científicas pueden reducirse lógicamente a enunciados elementales de experiencia” (Popper Op. Cit., P36). Su punto de vista lo formula al analizar los criterios de Wittgenstein en los cuales ve el peligro de que se rechacen leyes naturales que constituyen el objeto del quehacer científico de muchas disciplinas. Y que nunca se aceptarían como enunciados auténticos o legítimos por considerarlo “pseudoproblema vació”. A dicha postura le responde con una cita de Schlick, cuando expresa que: “el problema de la inducción consiste en preguntar por la justificación lógica de los enunciados universales acerca de la realidad…Reconocemos, con Hume, que no existe semejante justificación lógica: no puede haber ninguna, por el simple hecho de que no son auténticos enunciados” (ibíd.).
  
      Popper ve en el intento una debilidad al no poder trazar una clara división entre los sistemas científicos y los metafísicos y un error al asignarles el mismo estatus a ambos sistemas. Es decir, le dan categoría científica a lo que no la tiene, según su punto de vista, convirtiendo a ambos en sistemas de “pseudoaserciones sin sentido”. Antes semejante tratamiento se plante lo siguiente:


Frente a estas estratagemas antimetafísicas —antimetafísicas en la intención, claro está— no considero que haya de ocuparme en derribar la metafísica, sino, en vez de semejante cosa, en formular una caracterización apropiada de la ciencia empírica, o en definir los conceptos de «ciencia empírica» y de «metafísica» de tal manera que, ante un sistema dado de enunciados, seamos capaces de decir si es asunto o no de la ciencia empírica el estudiarlo más de cerca (Popper Op. Cit., p. 37).

     Plantea su criterio de demarcación como una propuesta para un acuerdo o convención, condicionándola a que sea celebrada entre las partes que tienen cierta finalidad común a la vista. Entiende que esa finalidad debe ir “más allá de toda argumentación racional”. Asegura que sus propuestas serán rechazadas por aquellos que plantean “sistemas de enunciados absolutamente ciertos, irrevocablemente verdaderos, como finalidad de la ciencia…y lo mismo harán quienes ven “la esencia de la ciencia…en su dignidad” y en su “verdad y esencialidad reales” (Popper Op. Cit., P. 37). Entiende el análisis de las consecuencias lógicas como única vía de argumentación racional en apoyo de su propuesta.

     De manera que ve como primera tarea de la lógica del conocimiento la propuesta de un “concepto de ciencia empírico con objeto de llegar a un uso lingüístico –actualmente algo incierto- lo más definido posible, y a fin de trazar una línea de demarcación clara entre la ciencia y las ideas metafísicas” (Popper Op. Cit., P. 38).
       


1.6. LA EXPERIENCIA COMO MÉTODO

     Dada la posibilidad de que existan o surjan muchos sistemas teóricos “cuya estructura lógica sea muy parecida a la del sistema aceptado en un momento determinado como sistema de la ciencia empírica”, plantea que un sistema teórico empírico tendrá que satisfacer tres condiciones esenciales:


Ha de ser sintético, de suerte que pueda representar un mundo no contradictorio, posible; en segundo lugar, debe satisfacer el criterio de demarcación…, es decir, no será metafísico, sino representará un mundo de experiencia posible; en tercer término, es menester que sea un sistema que se distinga –de alguna manera- de otros sistemas semejantes por ser el que represente nuestro mundo de experiencia (ibíd.).


     Este sistema, que para él representará el mundo de la experiencia, se distinguirá porque resistirá las contrastaciones y aplicará el método deductivo que pretende analizar y describir. Queda claro, según sus palabras, “que la experiencia resulta ser un método distintivo mediante el cual un sistema teórico puede distinguirse de otros; con lo cual la ciencia empírica se caracteriza –al parecer- no sólo por su forma lógica, sino por su método de distinción” (Popper pág.39). Como también esta es la manera en que los inductivistas justifican su método, deduce que la teoría del conocimiento, que se ocupa del análisis del método o del proceder de la ciencia empírica, puede describirse como “una teoría de lo que normalmente se llama experiencia” (Popper Op. Cit., p. 39).




1.7. LA FALSABILIDAD COMO CRITERIO DE DEMARCACIÓN

      Ve en la lógica inductiva un criterio de demarcación que exige de todo enunciado de la ciencia empírica o con sentido, que sea susceptible “de una decisión definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que ser (decidibles de modo concluyente)”. (ibíd.) Esto es, debe ser lógicamente posible su verificación o falsación. Para ilustrar mejor este criterio, cita a Schlik con la siguiente aseveración: “un auténtico enunciado tiene que ser susceptible de verificación concluyente; y Waismann escribe, aún con mayor claridad: «Si no es posible determinar si un enunciado es verdadero, entonces carece enteramente de sentido: pues el sentido de un enunciado es el método de su verificación” (Waismann citado por Popper P. 39).

     Niega la existencia de la inducción y no admite la inferencia de teorías a partir de enunciados singulares que estén “verificados por la experiencia” porque para él, “las teorías no son nunca verificables empíricamente”. Entiende que si se quiere evitar que el criterio de demarcación elimine los sistemas teóricos de la ciencia natural, se debe elegir un criterio que admita en el dominio de la ciencia empírica, enunciados que no puedan verificarse. En cambio acepta un sistema empírico que sea susceptible de contrastar la experiencia por falsabilidad de los sistemas. Esto es, que un sistema científico sea seleccionado en un sentido negativo por medio de contrastes de pruebas empíricas: “ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico empírico”.

     Sustenta que su propuesta se basa en una asimetría entre la verificabilidad y la falsabilidad y que la misma se deriva de la forma lógica de los enunciados universales, nunca de enunciados singulares, aunque pueden estar en contradicción con estos últimos. Entiende que por medio de inferencias deductivas se puede argüir la verdad de enunciados singulares o la falsedad de enunciados universales. “Una argumentación de esta índole, que lleva a la falsedad de enunciados universales, es el único tipo de inferencia estrictamente deductiva que se mueve, como si dijéramos, en «dirección inductiva»: esto es, de enunciados singulares a universales” (Popper Op. Cit., p.41).

     Admite que podría no falsarse de un modo concluyente un sistema teórico, si se introduce con este propósito una hipótesis auxiliar o por cambio con el mismo propósito una definición, se podría adoptar la posición de negarse a admitir cualquier experiencia falsadora. Expresa que su propuesta contiene una caracterización del método empírico, que excluye aquellas vías de eludir la falsación. Sostiene que: “lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el sistema que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles, sino, por el contrario, elegir el que comparativamente sea más apto” (ibíd.).    

     Confía en que este criterio solucione el problema de la validez de las leyes naturales, el cual entiende tiene su raíz en la aparente contradicción existente en la tesis fundamental del empirismo, en el sentido de que sólo la experiencia puede decidir acerca de la verdad o la falsedad de los enunciados científicos. Para él, esta contradicción se hace evidente, si se supone que: “todos los enunciados científicos empíricos han de ser “decidibles de modo concluyente”, esto es, que, en principio, tanto su verificación como su falsación han de ser posibles” (ibíd.).


Si renunciamos a esta exigencia y admitimos como enunciados empíricos también los que sean decidibles en un solo sentido —decidibles unilateralmente, o, más en particular, falsables— y puedan ser contrastados mediante ensayos sistemáticos de falsación, desaparece la contradicción: el método de falsación no presupone la inferencia inductiva, sino únicamente las transformaciones tautológicas de la lógica deductiva, cuya validez no se pone en tela de juicio (Popper Op. Cit., p.42).



1.8. EL PROBLEMA DE LA BASE EMPÍRICA

     Popper precisa que es necesario hacer uso de los enunciados singulares para poder aplicar la falsabilidad como criterio de demarcación, lo que puede entenderse como un desplazamiento “de la cuestión del carácter empírico de las teorías a la del carácter empírico de los enunciados singulares”. (ibíd.) Aun visto desde esa perspectiva, entiende que se ha conseguido algo:


 En la práctica de la investigación científica la demarcación presenta, a veces, una urgencia inmediata en lo que se refiere a los sistemas teóricos, mientras que rara vez se suscitan dudas acerca de la condición empírica de los enunciados singulares (ibíd.).


     Advierte que se puede cometer errores de observación que den lugar a la formulación de enunciados singulares falsos, sin embargo, ve en el científico la capacidad de superar esa dificultad como para no confundir un enunciado singular empírico con uno metafísico. Puntualiza que: “los problemas de la base empírica –esto es, los concernientes al carácter empírico de enunciados singulares y a su contrastación- desempeñan un papel en la lógica de la ciencia algo diferente del representado por la mayoría de los demás problemas” (ibíd.). Aclara que los problemas de base empírica pertenecen casi de pleno, a la teoría del conocimiento y gran parte de los otros problemas considerados, pertenecen o guardan relación con la práctica de la investigación.

     Los problemas de base empírica, agrega, dan lugar a puntos obscuros, se generan por “las relaciones entre experiencias perceptivas y enunciados básicos”. La connotación del enunciado básico o proposición básica, es la de: “enunciado que puede servir de premisa en una falsación empírica” (ibíd.). A las experiencias perceptivas se le ha atribuido la provisión de una justificación a los enunciados básicos, sustentando que los mismos están basados en dichas experiencias, mediante las cuales “se manifiesta por inspección la verdad de aquellos o que dicha verdad se hace patente en las experiencias mencionadas” (ibíd.).  

    Como puede deducirse de sus reflexiones, carece de valor científico la forma de validar, apoyado únicamente en la experiencia perceptual y teniendo como criterio esencial la relación de ciertos enunciados básicos formulado y la experiencia perceptiva. No solo se pueden considerar oscuro, como lo expresa, sino también  sumamente débiles. No es razonable plantear la justificación de un enunciado con otro enunciado, esto parece producir un giro circular que no se altera ni cambia, lo que no es científico, dado que lo normal es encontrar una razón que justifica una afirmación a través de la contrastación.   



1.9. OBJETIVIDAD CIENTIFICA Y CONVICCIÓN SUBJETIVA

     Aunque está de acuerdo con que el conocimiento científico es objetivo, en el sentido de que solo es justificable cuando es producto de la contrastación, y de fácil comprensión para cualquier persona en plena facultades mentales, mantiene que: “las teorías científicas no son nunca enteramente justificables o verificables, pero que son, no obstante, contrastables” (Popper Op. Cit., P.43). Aunque parezca una contradicción, sostiene que: “la objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente” (ibíd.). El criterio de subjetividad está referido a los sentimientos de convicciones, que pueden ser explicados por la psicología: “pueden surgir, por ejemplo, según  leyes de la asociación, también pueden servir razones objetivas como causas subjetivas del juzgar desde el momento en que reflexionamos sobre ellas y nos convencemos de su congruencia” (Popper Op. Cit., P. 44).

     Atribuye a Kant el darse cuenta que:

La objetividad de los enunciados se encuentra en estrecha conexión con la construcción de teorías —es decir, con el empleo de hipótesis y de enunciados universales—. Sólo cuando se da la recurrencia de ciertos acontecimientos de acuerdo con reglas o regularidades —y así sucede con los experimentos repetibles— pueden ser contrastadas nuestras observaciones por cualquiera (en principio). Ni siquiera tomamos muy en serio nuestras observaciones, ni las aceptamos como científicas, hasta que las hemos repetido y contrastado. Sólo merced a tales repeticiones podemos convencernos de que no nos encontramos con una mera «coincidencia» aislada, sino con acontecimientos que, debido a su regularidad y reproducibilidad, son, en principio, contrastables intersubjetivamente (Ibíd.).



     Insiste en que ningún hecho aislado o efecto aparente es tomado como un caso científico, es una característica notoria la muestra de regularidad y reproductividad en el objeto de contratación. “En realidad, puede definirse el efecto físico científicamente significativo como aquél que cualquiera puede reproducir con regularidad sin más que llevar a cabo el experimento apropiado del modo prescrito” (ibíd.). Aclara que: “una experiencia subjetiva, o un sentimiento de convicción, nunca pueden justificar un enunciado científico y de que semejantes experiencias y convicciones no pueden desempeñar en la ciencia otro papel que el de objeto de una indagación empírica” (Popper Op. Cit., p.45).


Por intenso que sea un sentimiento de convicción nunca podrá justificar un enunciado. Por tanto, puedo estar absolutamente convencido de la verdad de un enunciado, seguro de la evidencia de mis percepciones, abrumado por la intensidad de mi experiencia: puede parecerme absurda toda duda. Pero, ¿aporta, acaso, todo ello la más leve razón a la ciencia para aceptar mis enunciados? ¿Puede justificarse ningún enunciado por el hecho de que K. R. P. esté absolutamente convencido de su verdad? La única respuesta posible es que no, y cualquiera otra sería incompatible con la idea de la objetividad científica. Incluso el hecho —para mí tan firmemente establecido—de que estoy experimentando un sentimiento de convicción, no puede aparecer en el campo de la ciencia objetiva más que en forma de hipótesis psicológica (ibíd.).


     Para Popper es determinante el hecho de que si consideramos los enunciados científicos objetivos, exijamos a aquellos que pertenecen a la base empírica de la ciencia que también sean objetivos. O sea, contrastables intersubjetivamente. Lo que equivale a decir, que: “a partir de los enunciados que se han de someter a contraste, puedan deducirse otros también contrastables” (ibid.).


Por tanto, si los enunciados básicos han de ser contrastables intersubjetivamente a su vez, no puede haber enunciados últimos en la ciencia: no pueden existir en la ciencia enunciados últimos que no puedan ser contrastados, y, en consecuencia, ninguno que no pueda —en principio— ser refutado al falsar algunas de las conclusiones que sea posible deducir de él (ibíd.).


     Estos planteamientos dan paso a la aseveración de que los sistemas teóricos se contrastan deduciendo de ellos enunciados de un nivel de universalidad más bajo, dado que han de ser contrastados intersubjetivamente. Pero, “el método deductivo de contrastar no puede estatuir ni justificar los enunciados que se contrastan, ni se pretende que lo haga; de modo que no hay peligro de una regresión infinita”. Aunque reconoce la necesidad de que todo enunciado científico sea contrastable, no exige que todos sean contrastado para aceptarlo, pero sí que sea susceptible de contratación, dado que cree que existen enunciados cuya verdad haya que aceptar con resignación porque no parezca posible someterlo a contaste.



1.10. SOBRE EL PROBLEMA DE UNA TEORÍA DEL METODO CIENTÍFICO

     Es importante la relación que establece entre la epistemología o la lógica de la investigación científica y la teoría del método, en la que reconoce una identificación en la elección del método o  métodos y los enunciados científicos. Todo va a depender de la meta que se elija. En su caso, deja claro que las reglas propuestas son adecuadas a lo que se llama el método empírico y están unidas estrechamente al criterio sostenido de demarcación. Tales reglas deben darnos la seguridad de que los enunciados científicos serán contrastables y falsables.


1.1.1. POR QUÉ SON INDISPENSABLES LAS DECISIONES METODOLÓGICAS

     Al partir de la pregunta básica de “¿Qué son las reglas del método científico, y por qué las necesitamos?” se hace evidente las dos concepciones en discusión, la que entiende representan los positivistas y la que él representa, que explica en los siguientes términos:


Muy distinta será la que presenten los que tienden a pensar (como yo hago) que la característica distintiva de los enunciados científicos reside en que son susceptibles de revisión (es decir, en el hecho de que pueden ser sometidos a critica y remplazados por otros mejores): los que consideran que su tarea consiste en analizar la peculiar capacidad del progreso de la ciencia, y el modo característico en que –en las situaciones cruciales- se lleva a cabo una elección entre sistema teóricos contrapuestos (Popper Op. Cit., p.48).

      En su comprensión sobre la postura de los positivistas y quienes le siguen, ve la necesidad de que tal pregunta se responda con enunciados que satisfagan determinados criterios lógicos o puedan verificarse. Se declara dispuesto a aceptar un análisis lógico de las teorías, sin tomar en cuenta el modo como cambian o se desarrollan, con la salvedad de que el mismo “no arroja luz sobre aquellos aspectos de las ciencia empírica que yo, al menos, tanto estimo”. El problema radica en que un hecho científico puede ser defendido de forma dogmática, con todo lo que ello conlleva, entre otras, minimización de los resultados de las investigaciones, poco confiables, llevar las discrepancias al hecho formal o de apariencia, etc. Pueda que no se acepte nunca prueba alguna, porque nunca nos satisfacen, aunque se desgaste el número de seguidores con el tiempo. Ninguna demostración alcanzará convertirse en una demostración estricta



Si caracterizamos la ciencia empírica únicamente por la estructura lógica o formal de sus enunciados, no seremos capaces de excluir de su ámbito aquella forma tan difundida de metafísica que consiste en elevar una teoría científica anticuada al rango de verdad incontrovertible (ibíd.).



1.1.2. PLANTEAMIENTO NATURALISTA DE LA TEORÍA DEL MÉTODO

     Popper hace varias observaciones en la postura de los positivistas respecto al método, con las cuales procura poner en evidencia el desprecio y la poca valoración que hacen del mismo como forma de justificar y afianzar sus firmes convicciones empiristas:


“Niegan toda posibilidad de que existan problemas con sentido fuera de la ciencia empírica”; “le complace pensar que debería existir una verdadera teoría de del conocimiento, una epistemología o metodología”; “no quiere ver en los problemas filosóficos planteados más que “pseudoproblemas” o “rompecabezas”. Ahora bien, este deseo suyo…no lo expresa como un deseo o como una propuesta, sino como el enunciado de un hecho que puede satisfacer siempre; pues no hay nada más fácil que “desenmascarar” un problema tratándole de  “carente de sentido” o de “pseudoproblema” ( Popper Op. Cit., P. 49).


     Apunta que al atribuirle sentido únicamente a lo natural, toda discusión de otra naturaleza se convierte en algo sin sentido. Expresa que: “una vez que ha subido al trono el dogma del sentido queda elevado para siempre por encima de los combates; ya no es posible atacarlo”. Ve una actitud de indiferencia antes las discusiones filosóficas y sólo les interesan las ciencias empíricas, en las cuales la experiencia se constituye en un programa, no un problema. Visto así, la experiencia entonces, es el método legítimo de las ciencias empíricas. Lo que da razón al entendido de que solo “existen dos clases de enunciados: las tautologías lógicas y los enunciados empíricos”. Vista desde esta perspectiva la concepción del método reduce a la ciencia empírica o naturalista, lo que explica del siguiente modo:


La metodología naturalista (llamada en ocasiones «teoría inductiva de la ciencia») tiene su valor, sin duda: una persona que estudie la lógica de la ciencia puede muy bien interesarse por ella y sacar grandes enseñanzas. Pero lo que yo llamo metodología no debe tomarse por una ciencia empírica. No creo que sea posible decidir, empleando los métodos de una ciencia empírica, cuestiones tan disputadas como la de si la ciencia emplea realmente o no un principio de inducción. Y mis dudas crecen cuando recuerdo que siempre será un asunto a resolver por una convención o una decisión el de a qué cosa hemos de llamar una «ciencia» o el de a quién hemos de calificar de «científico» (Popper Op. Cit., P.51).


     Al considerar el uso de dos sistemas distintos de reglas metodológicas, en los que uno de ellos está dotado de un principio de inducción y otro no, plante que se puede examinar el principio una vez introducido y ver si da lugar a incoherencias o incompatibilidades y si resulta útil o realmente se necesita. Su conclusión fue que no le resultaba útil y prefería prescindir del mismo. No rechaza su empleo en la ciencia, pero lo consideraba innecesario por entender que no servía de nada y generaba incoherencias. Atribuía una falta de visión crítica a los naturalistas al proponer lo que consideraba una convención que fácilmente terminaba en un dogma.



1.1.3. ALGUNAS OBJECIONES CONVENCIONALISTAS

     Popper advierte sobre las objeciones que se harán contra su propuesta de adoptar la falsabilidad como criterio para decidir si un sistema teórico pertenece o no a la ciencia empírica y cree que tales objeciones serían formuladas por los denominados convencionalistas. Entiende que para estos, la naturaleza se nos muestras con una “íntima sencillez estructural de nuestro mundo bajo su apariencia de una desbordante variedad” (Popper Op. Cit., P76). Esa sencillez llevó a Kant y  a sus seguidores a plantear que: “quien impone sus leyes a la Naturaleza es nuestro propio intelecto” y, precisa, que: “el convencionalista califica a aquella de creación nuestra: para él, sin embargo, no es un efecto de las leyes de nuestros propio intelecto en su auto-imposición sobre la Naturaleza, con lo que esta se convertirá en algo muy sencillo” (ibíd.). De sus reflexiones se deduce que percibe en los convencionalistas la noción de complejidad en la naturaleza y de sencillez en sus leyes porque estos últimos sostienen que las leyes son libres creaciones nuestras. Al decir de Popper, ellos entienden las leyes de la naturaleza del siguiente modo:


Invenciones, decisiones arbitrarias y convenciones nuestras…la ciencia natural teórica no es una imagen de la Naturaleza, sino una mera construcción lógica; y no son las propiedades del mundo las que determinarían esta construcción, sino que —por el contrario— precisamente es ésta la que determina las propiedades de un mundo artificial, un mundo de conceptos definidos implícitamente por las leyes naturales que hemos elegido. Sólo de semejante mundo es del que habla la ciencia (ibíd.).


     En su análisis de la postura convencionalista, Popper resalta que las leyes de la naturaleza establecida por los primeros, no son falsables por la observación, dado que estas son necesarias para la determinación  de la observación y las mediciones científicas. Esas leyes son el patrón de medidas y son las que determinan lo que es científico o no; de modo que, todo conducirá a otorgar valorar científico a los hechos o fenómenos que se identifique o se aproximen a las leyes naturales establecidas por el hombre. Si es así, estamos entrampados en nuestros propios puntos de vista y no podremos conocer las verdaderas leyes que posee la naturaleza y la que la ciencia está llamada a descubrir.  

     El ejercicio de creación de ciertas convenciones que delimiten lo puramente teórico y la experiencia ha sido de gran ayuda, los esquemas teóricos y el razonamiento deductivo han permitidos planear bajo su óptica las diferentes acciones y operaciones registradas en el quehacer científico. Popper ve en el convencionalismo “un sistema completo y defendible, y no es fácil que tengan éxito los intentos de descubrir en él incoherencias”. Sin embargo, a pesar de todo ello, lo encuentra “totalmente inaceptable; subyace a él una teoría de la ciencia, de su finalidad y sus propósitos, radicalmente distinta de la mía”. Las razones que distancian a Popper de los convencionalistas, radica en que él no persigue en la formulación de su propuesta alcanzar un conocimiento cierto y definitivo: “mientras que yo no pido a la ciencia ninguna certidumbre definitiva (y, en  consecuencia, no la encuentro), el convencionalista busca en ella «un sistema de conocimientos apoyado en razones últimas”.

     Tal y como lo ve, ambas visiones teóricas y metodológicos, pueden compartir criterios para alcanzar la meta sin grandes conflictos en los periodos normales; más que en el plano académico. Esto será diferente en los períodos de crisis, porque el sistema tenderá a resguardarse mediante el apego a su misma naturaleza concepcional. Esto lo expresa del siguiente modo:

 
Siempre que el sistema «clásico» del momento se vea amenazado por los resultados de nuevos experimentos que podrían interpretarse como falsaciones desde mi punto de vista, el mismo sistema presentará un aspecto impasible para el convencionalista: dará una explicación que eliminará las incompatibilidades que puedan haber surgido, tal vez inculpando a nuestro imperfecto dominio del sistema; o acabará con ellas sugiriendo la adopción ad hoc de ciertas hipótesis auxiliares, o quizá la ejecución de ciertas correcciones en nuestros aparatos de medida ( Popper Op. Cit., P.77).


     Esta concepción fasacionista permite a su autor saludar las épocas de crisis, porque da la oportunidad de esclarecer la finalidad de la ciencia y, sobre todo, porque ve en ello la oportunidad del surgimiento de nuevos sistemas científicos que ayudarán a lograr nuevos descubrimiento. “un experimento falsador despertará nuestro máximo interés, lo acogeremos como un éxito, por habernos abierto nuevas perspectivas sobre un mundo de nuevas experiencias” (ibíd.). Con una visión tan optimista, es lógico que se tenga la convicción de que quien se apega a un sistema de convenciones como la descrita, perciba la caída de ese mundo conceptual de la ciencia y se aferre a un sistema más sencillo o como él le llama al sistema clásico.



1.1.4. REGLAS METODOLÓGICAS

     Llama poderosamente la atención, que una figura intelectual de la estatura de Karl Popper, reconozca que existe la posibilidad de que su teoría esté afectada por la ambigüedad, y que admita que es difícil determinar a través del análisis  de su forma lógica, si un sistema de enunciados es convencional  de definiciones implícitas irrefutables o si es un sistema empírico. El esclarecimiento e identificación de los mismos está asociado al uso de método, al cual se hará referencia más adelante. Antes, conviene citar debidamente el texto en cuestión, como forma de mostrar como aborda lo que podría considerarse una debilidad o una muestra de humildad intelectual:


 Admito que mi criterio de falsabilidad no nos conduce a una clasificación desprovista de ambigüedades; en realidad, mediante el análisis de su forma lógica es imposible decidir si un sistema de enunciados es un sistema convencional de definiciones implícitas irrefutables o si es un sistema empírico (en el sentido que yo doy a esta palabra: es decir, si es refutable). Sin embargo, esto equivale a indicar que mi criterio de demarcación no puede ser aplicado inmediatamente a un sistema de enunciados (Popper Op. Cit., P.78).


     La determinación de si es convencional o empírico viene dado por el método aplicado al sistema teórico. “El único modo de eludir el convencionalismo es tomar una decisión: la de no aplicar sus métodos. Decidimos que, en el caso de que se presente una amenaza para nuestra teoría, no la salvaremos por ningún género de estratagema convencionalista”. (ibíd.) No salvarla significa evitar justificaciones, actualizaciones que garanticen su supervivencia o procurar “correspondencia con la realidad”. Al plantear una hipótesis determinada no es difícil salvarla con un pequeño giro suave que haga posible su vigencia, esto es posible aunque no ayude significativamente ni al investigador ni a la ciencia. Las preguntas interesantes demandan respuestas interesantes y estas se logran usando métodos interesantes o novedosos. No se trata de satisfacer caprichos mentales, de evitar sentirse derrotados teóricamente o de crear teorías infalibles, la ciencia avanza superando los escollos y creando soluciones factibles para cada ocasión.


Con objeto de formular reglas metodológicas que eviten la adopción de estratagemas convencionalistas sería conveniente familiarizarnos con las diversas formas que pueden adoptar tales estratagemas, de modo que podamos salir al paso de cada una de ellas moviendo nuestras piezas del modo anticonvencionalista apropiado. Además, deberíamos decidir que siempre que encontremos un sistema que se ha rescatado gracias a una estratagema convencionalista, lo someteremos de nuevo a contraste —y lo rechazaremos si las circunstancias lo exigen (Popper Op. Cit., P.79).


     Si algo tiene especial significación en su propuesta es que se cuidad de no hacer uso de ninguna fórmula que tienda a dar indicio de salvación o resguardo de su teoría. Por ello procura establecer reglas para el uso de las hipótesis auxiliares, en la que se contempla la eliminación de aquellas hipótesis que disminuyen el grado de falsabilidad o contrastabilidad del sistema. Su introducción implicaría su reforzamiento. La introducción de una nueva hipótesis debe ir encaminada  a  la creación de un nuevo sistema.


Siempre que se introduzca una nueva hipótesis ha de considerarse que se ha hecho un intento de construir un nuevo sistema, que debería ser juzgado siempre sobre la base de si su adopción significaría un nuevo progreso en nuestro conocimiento del mundo (Popper Op. Cit., P. 79).


     Sin embargo, se debe tener cuidado de no asumir que toda hipótesis auxiliar cumple una función justificadora o de iniciadora de nuevos paradigma teórico, él mismo se ocupa de señalarlo con las siguientes observaciones:


Podemos matizar nuestra regla metodológica haciendo la advertencia de que no es preciso rechazar como convencionalista toda hipótesis auxiliar que no llegue a satisfacer nuestra norma; en particular, existen enunciados singulares, que propiamente no pertenecen en absoluto a la teoría: a veces se los denomina (hipótesis auxiliares», y aunque se introducen en beneficio de la teoría son enteramente inofensivos. (Como ejemplo cabe citar la asunción de que una observación o medición determinada que no es posible repetir pueda deberse a un error (Popper Op. Cit., P.80).


     En esta dirección  también maneja las definiciones “explicitas, mediante las cuales se da sentido a los conceptos de un sistema de axiomas a base de otro sistema de menor universalidad”. Entiende que “pueden permitirse cambios en tales definiciones, si es que resultan útiles; pero deben considerarse como modificaciones del sistema, que ha de ser examinado a continuación de nuevo, como si fuese otro”. Relacionado con esta parte, se encuentran lo que denomina nombres universales sin definir, que lo asocia a los conceptos temporales.


Conceptos no definitivos que aparezcan únicamente en enunciado de máximo nivel de universalidad, y cuyo empleo esté fijado por el hecho de que sepamos la relación lógica en que se encuentran con otros conceptos, con los cuales podían eliminarse en el curso de la deducción (ibíd.).


Otro aspecto a considerar sería: “que hayan otros conceptos sin definir que aparezcan también en enunciados de un nivel de universalidad más bajo, y cuyo sentido esté fijado por el uso” (ibíd.).



1.1.5. INVESTIGACIÓN LÓGICA DE LA FALSABILIDAD

     Según su criterio, se puede caracterizar “la falsabilidad de una teoría por las relaciones lógicas que existan entre ella y la clase de los enunciados básicos”. Cuando hace referencia al sistema de enunciados básicos, se refiere a aquel que contiene todos los enunciados singulares coherentes dotados de cierta forma lógica, no necesariamente al sistema de enunciados que goza de aceptación general. Esta condición  hace posible que en tal sistema se reúnan muchos enunciados no compatibles entre sí.  Sin embargo, no todos servirán para el propósito perseguido ni serán utilizados, “esto quiere decir que hemos de apoyar nuestra definición en una clase particular de enunciados singulares: y este es, justamente, el propósito para el que necesitamos los enunciados básicos” Popper Op. Cit., PP. 81y82).

      Al  reconocer lo difícil que se hace indicar en forma detallada la manera como se puede utilizar un sistema teórico complejo para deducir enunciados singulares o básicos, propone una definición y es la siguiente:

Se llama empírica o falsable a una teoría cuando divide de modo inequívoco la clase de todos los posibles enunciados básicos con los que es incompatible (o, a los que excluye o prohíbe), que llamamos la clase de los posibles falsadores de la teoría: y, en segundo lugar, la clase de los enunciados básicos con los que no está en contradicción (o que permite) (Popper Op. Cit., P. 82).

    
      Apunta que la condición para que una teoría sea falsable es que “su posibles falsadores no sea una clase vacía”. Así mismo, plantea que una teoría hace afirmaciones únicamente acerca de sus posibles falsadores.



1.1.6. FALSABILIDAD Y FALSACIÓN
    
     En esta parte, importa mucho la conceptualización de ciertos términos, no solo porque es de rigor científico, sino por su contenido esencial. En el caso de la falsabilidad, la emplea para hacer referencia a criterio de carácter empírico de un sistema de enunciados; en tanto que la falsación, su uso lleva adicionado “reglas especiales que determinen en qué condiciones debemos considerar falso un sistema”. Enfatiza en que una teoría solo será falsada si se acepta enunciados básicos que la contradigan y agrega al respecto que:


Esta condición es necesaria, pero no suficiente, pues hemos visto que los acontecimientos aislados no reproducibles carecen de significación para la ciencia: así, difícilmente nos inducirán a desechar una teoría —por falsada—, unos pocos enunciados básicos esporádicos; pero la daremos por tal si descubrimos un efecto reproducible que la refute; dicho de otro modo: aceptamos la falsación solamente si se propone y corrobora una hipótesis empírica de bajo nivel que describa semejante efecto, y podemos denominar a este tipo de hipótesis una hipótesis falsadora (Popper Op. Cit., P.83).


     La exigencia de que la hipótesis falsadora sea empírica es una condición particular, que hace posible la relación lógica con respecto a los posibles enunciados básicos. Esto se puede considerar como la forma lógica de la hipótesis. En relación a la corroboración de la teoría, tiene que ver con el nivel de contrastaciones a que se halla sometido confrontado los enunciados básicos aceptados. En relación a estos últimos, nos dice que desempeñan dos papeles y son los siguientes:


Por una parte, hemos empleado el sistema de todos los enunciados básicos lógicamente posibles con objeto de obtener, gracias a ellos, la caracterización lógica que íbamos buscando —la de la forma de los enunciados empíricos—. Por otra, los enunciados básicos aceptados constituyen la base para la corroboración de las hipótesis; si contradicen a la teoría, admitimos que nos proporcionan motivo suficiente para la falsación de ésta únicamente en el caso de que corroboren a la vez una hipótesis falsadora (Popper Op. Cit., P.84).



1.1.7. FALSABILIDAD Y COHERENCIA

     La falsabilidad al igual que cualquier sistema teórico exige coherencia interna para ser falsable, dado que, como él mismo expresa: “el requisito de la compatibilidad o coherencia desempeña un papel esencial entre todos los que han de satisfacer los sistemas teóricos, o los sistemas axiomáticos. Puede considerársele la primera condición que ha de cumplir todo sistema teórico, ya sea empírico o no” (Popper Op. Cit., P.88). Señala que, aunque con cierta frecuencia utilizamos enunciados que son falsos y los empleamos para lograr ciertos propósitos, se debe rechazar cualquier sistema que sea contradictorio porque será falso.

     Apunta que: “caeremos en la cuenta de la importancia que tiene el requisito de coherencia si nos percatamos de que los sistemas contradictorios no nos proporcionan ninguna información, pues podemos deducir de ellos la conclusión que nos plazca” (ibíd.). Como bien claro lo establece, no son los criterios  compatible o deductibles los que posibilitan la discriminación de los enunciados, dado que todos son deductibles. Los que sí  que permite un sistema coherente es su división en dos:

Los que le contradicen y los que son compatibles con él (entre estos últimos se encuentran las conclusiones que se pueden deducir del sistema). Es ésta la razón por la que la coherencia constituye el requisito más general que han de cumplir los sistemas, ya sean empíricos o no lo sean, para que puedan tener alguna utilidad (ibíd.).

     A los sistemas empírico le exige dos condiciones: deben ser compatible y falsable. De ellas se espera efectos análogos. Entiende que los enunciados contradictorios carecen de la capacidad de discriminación “entre dos enunciados cualesquiera (de la totalidad de todos los enunciados posibles)”. Y por otro lado, “los que no satisfacen la condición de falsabilidad no son capaces de efectuar discriminación entre dos enunciados cualesquiera que pertenezcan a la totalidad de todos los enunciados empíricos básicos posibles”.





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